Para quienes buscan el sentido de su vida

Muy apreciadas hermanas y hermanos:

El agua es un elemento importantísimo para la vida. El desierto se caracteriza por su extrema sequía, al grado de que no florece ahí la vida.
No se puede vivir sin el agua, indispensable para la vida, pues así como es un elemento absolutamente necesario para vivir, así es de importante, de necesario, creer en Jesús, que viene de Dios y es Dios. Él viene para saciar la necesidad más profunda de nuestra vida: darle sentido.
Él responde a las preguntas fundamentales: ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, ¿por qué sufrimos?, ¿por qué morimos?, ¿por qué mueren tantos justos, tantos inocentes?, ¿por qué se enseñorea la maldad en el mundo? Cuando sólo experimentamos esto, que la vida es injusta, que la vida es dolor, que es sufrimiento, que reina la violencia, etc., la vida pierde su sentido cuando sólo consideramos que es cruel.
Para que nuestra vida tenga sentido es necesario conocer y aceptar a Jesucristo. Si conociéramos quién es Él, no nos equivocaríamos en buscarle el sentido a la vida en otra parte. Si lo conociéramos verdaderamente, le pediríamos con insistencia que nos diera de beber siempre de Él, porque solo Él puede saciar, de una manera definitiva y plena, la necesidad que tenemos de conocer, de experimentar el sentido de nuestra vida.
Cristo nos va descubriendo quién es. Nos ofrece la fuente inagotable de su Espíritu para que no volvamos a tener jamás sed.
En este camino cuaresmal que estamos siguiendo, la invitación es a que redescubramos a Cristo, conocer quién es Él para mí, qué significa que crea en Él, qué tanto encuentro en Él la respuesta a las necesidades más profundas de la vida, particularmente la del sentido pleno de la existencia.
Solamente el que cree en Cristo puede recibir el Bautismo de su Espíritu. Teniendo fe en Él, podemos recibir a su mismo Espíritu, que nos fortalece y nos consolida en la fe. El camino cuaresmal es el camino para renovar la Gracia del Bautismo.
Preguntémonos qué significa para mí creer en Jesucristo, qué tanta respuesta encuentro para mis inquietudes, para mis dudas, para mis sufrimientos, para mis gozos. Si supiéramos quién es Cristo, nosotros le pediríamos a Él que nos diera en abundancia su Espíritu.
En este recorrido cuaresmal centrémonos en la Persona de Jesucristo, que es el único capaz de saciar nuestra sed, especialmente de sentido de la vida, y hacernos sus testigos.
Una vez que se tiene esta experiencia, de dialogar y de conocer a Jesús, de descubrir su identidad, de presentarle nuestra propia vida e historia, irremediablemente nos convertimos,  debemos convertirnos, en misioneros del Señor.
Experimentemos la vida plena de Cristo, para que seamos en el mundo sus testigos, sus misioneros.

Yo les bendigo en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.

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