Según afirmó el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos durante la homilía, el P. Luis Ormières “se distinguió por su apostolado con los más pequeños y necesitados de formación cristiana y de instrucción humana. A su muerte en Gijón (España) 1890, había fundado 87 escuelas en Francia y España. El nuevo beato era un educador nato, hombre de acción y servicio” y “un auténtico discípulo del Señor Resucitado”.
El Beato Luis Ormières celebrará su fiesta el 16 de enero. Un momento muy emocionante para las religiosas del Santo Ángel. #CatedraldeOviedo pic.twitter.com/thsi1o1ZOm
— Arzobispado Oviedo (@ArchiOviedo) 22 de abril de 2017“En él la misericordia de Dios se hacía ternura con los pequeños, los débiles, los pobres, los inocentes”, “su regla de vida eran los Evangelios, su fe se alimentaba de la palabra de Dios, de la Eucaristía, de la filial devoción a María. Y repetía con frecuencia el acto de confianza en la providencia ‘Fiat voluntas tua’”, subrayó.
Además insistió en la manera especialmente intensa en la que el P. Ormières vivió la caridad ya que pidió ir ayudar a una parroquia que había sido afectada por una grave epidemia.
“Era tan generoso en asistir a los enfermos que el Obispo le llamó “verdadero mártir de la caridad”, acudía rápidamente a socorrer a quien se encontraba en dificultad” e “invitaba a sus hijas espirituales a ayudar a los desventurados. Les decía: ‘Hijas mías debéis tomar alas y ser valientes’”, recordó el Cardenal Amato.
Una respuesta pronta y generosa que también animaba a las religiosas del Santo Ángel a tener y a ser “verdaderos ángeles custodios del prójimo necesitados de guía y de consuelo, con una actitud de sencillez humilde y confiada en el Señor, de generosidad en el servicio, de disponibilidad al anuncio del Reino de Dios mediante el testimonio coherente del Evangelio”.
El Cardenal Amato también afirmó en la homilía de beatificación que “las virtudes son anillos de la cadena de oro de la santidad, quien posee una posee las otras”.
Por eso destacó que “de la gran fe de nuestro beato manaban la templanza, la mansedumbre, la humildad y se sabe que la humildad es el fundamento de toda virtud. El P. Ormières sobresalía en la humildad, era humilde en la presencia, en los modos en la enseñanza...”.
“Para él la pobreza era vida de trabajo, y él daba ejemplo era un trabajador incansable. Sentía la necesidad irresistible de trabajar por los pobres y socorría con generosidad y a los que hablaba de la bondad de Dios”, subrayó el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
“Era humilde, pobre y trabajador, siempre entregado a la voluntad de Dios. Este fue el secreto de su santidad, esta es la palabra que confía a sus religiosas, a los sacerdotes a los educadores y a todos nosotros para que todos puedan llegar a ser discípulos de cristo y benefactores de la humanidad”, afirmó el Cardenal.
El Cardenal Amato animó a las hermanas del Ángel de la Guarda a que la beatificación de su fundador les infunda “confianza y entusiasmo en su vocación, para continuar con renovado impulso creativo su precioso apostolado en la Iglesia y también en el mundo, sobre todo en aquellas tierras en las que el rostro misericordioso de Cristo es todavía desconocido”.
En la celebración de esta beatificación en la catedral de Oviedo (España) también participaron el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz; el Obispo de León, Mons. Julián López; el Obispo de Santander, Mons. Manuel Sánchez Monge. Además del Nuncio apostólico en España, Mons. Renzo Frattini.
La hermana Celina Sánchez del Río, quien fue curada de un cáncer maxilofacial por intercesión del P. Ormières, fue la encargada de llevar las reliquias del nuevo beato al altar.
El P. Luis Ormières nació en Quillán (Francia) en 1890, se ordenó sacerdote con 24 años en la diócesis de Carcassonne (Francia). Allí descubrió su vocación a la educación de los más necesitados y fundó la Congregación de las Hermanas del Santo Ángel.
Según recordó hermana Carmen Trejo, postuladora de la causa de beatificación, durante la ceremonia, para el P. Ormières “su meta era formar hijos de Dios”.
La postuladora destacó también la fama de santidad del fundador ya que “desde 1883, el P. Ormières vivió en Gijón (España) y comienzan a llamarle “el santín de Dios”.
“El 16 de enero de 1890, con la paz y serenidad que caracterizó su vida, entrega su existencia a Dios. Y hay una voz común entre todos los que le conocían: ‘El santo ha muerto’”, aseguró la postuladora.
La Congregación del Santo Ángel está presente en Europa, pero especialmente en América Latina, África y Asia. Su carisma se centra en la educación y formación de los jóvenes más necesitados.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 20 de abril de 2017
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