A continuación puede leer el Evangelio y la homilía del Obispo de Santa María de los Ángeles (Chile), Mons. Felipe Bacarreza Rodríguez:
Evangelio del día (Lc 24,13-35)
13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén,
14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos;
16 pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
17 El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»
19 El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo;
20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro,
23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía.
24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25 El les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!
26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»
27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
29 Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos.
30 Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.
31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
32 Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos,
34 que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!»
35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
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Homilía de Mons. Bacarreza:
La lectura de hoy es una de las páginas más hermosas del Evangelio. Se abre sugiriendo la gran desilusión de los discípulos ante la crucifixión y muerte de Jesús: dos de ellos, abandonada toda esperanza, abandonaban también Jerusalén y se dirigían a un pueblo llamado Emaús. Van discutiendo "las cosas que esos días han pasado en Jerusalén".
Mientras caminaban el mismo Jesús se agregó a ellos en el camino. El lector sabe que este desconocido es Jesús; pero, respecto de los discípulos, el Evangelio observa: "Sus ojos estaban retenidos para que no lo conocieran". Aunque habían sido discípulos suyos, lo habían seguido y habían puesto en él la esperanza de la liberación de Israel, ahora, después de sólo tres días, ¡ya no lo reconocen! El Evangelio quiere así insistir en que el reconocimiento de Jesús resucitado no es una mera verificación empírica, sino un hecho de fe que se suscita por la lectura atenta de la Palabra de Dios y por la "fracción del pan".
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