En un artículo publicado el 29 de abril en el diario colombiano El Tiempo, con el título “Falacia laicista”, el sacerdote colombiano explicó que “al referirse al ‘Estado laico’, término bastante común en estos días, es siempre necesario distinguir, cuidadosamente, entre una sana vivencia de la laicidad y el laicismo”.
“Una sana laicidad”, explicó Mons. Mercado Cepeda, “reconoce la mutua y legítima autonomía del Estado y de la religión, sin negar, no obstante, el papel esencial e insustituible de las religiones en el ámbito público y la colaboración recíproca que ha de existir entre las autoridades civiles y religiosas en la salvaguarda del bien común”.
“El laicismo, por el contrario, como corriente ideológica, considera la religión como ‘superstición’ e intenta limitar su acción y su influencia, juzgándolas a priori como perjudiciales para el hombre y para la sociedad”.
Mons. Mercado Cepeda señaló que “en su versión contemporánea, más sutil, el laicismo tiende a excluir la religión de la vida pública mediante un forzado confinamiento de la experiencia religiosa al ámbito privado y a la conciencia individual”.
El Presidente del Tribunal Eclesiástico de Bogotá indicó que cuando los laicistas hablan de “Estado laico”, lo que buscan es “‘encerrar en las sacristías’ la voz de los creyentes e imponer, desde el amplio escenario del poder, una visión unilateral del mundo y de la sociedad”.
“Las falacias de esta praxis son evidentes: democracias que dan la espalda a los valores religiosos de sus pueblos; políticos tecnócratas que se convierten en ‘maestros’ de una moral laica que nadie puede cuestionar y presuntos adalides de la tolerancia que discriminan y ridiculizan a quienes no piensan como ellos”.
El sacerdote destacó que en la Constitución de 1991 emergió “una visión positiva e incluyente de la religión”, a la vez que “puso los fundamentos de la construcción de una Colombia moderna, abierta y tolerante”.
Esta Colombia, dijo, es “tolerante con todos, abierta para todos, sin discriminación alguna por causa de creencia o religión”.
Mons. Mercado Cepeda recordó además que la ley 133 de 1994, en su artículo 2, expresó que “ninguna Iglesia o confesión religiosa es ni será oficial o estatal. Sin embargo, el Estado colombiano no es ateo, agnóstico o indiferente ante los sentimientos religiosos de los colombianos. El Poder Público protegerá a las personas en sus creencias, así como a las iglesias y confesiones religiosas, y facilitará la participación de estas y aquellas en la consecución del bien común”.
Estas palabras, destacó, “no dejan campo a interpretaciones confusas”.
“Mal hacen los defensores del laicismo radical en ampararse en una Constitución, la de 1991, que abiertamente y de manera taxativa negó sus ambiciones”, dijo.
Al concluir su artículo, el sacerdote colombiano alentó a los creyentes a “desenmascarar con mayor contundencia, valentía y coherencia” el laicismo radical.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 16 de junio de 2016
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