VATICANO.- El Papa Francisco reclamó a la comunidad internacional un mayor esfuerzo para acoger e integrar a inmigrantes y refugiados, y pidió a los gobiernos que simplifiquen los requisitos de concesión de visados por motivos humanitarios.
En un mensaje hecho público con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebrará el 14 de enero de 2018, el Santo Padre reflexionó sobre los cuatro verbos sobre los que, según los promotores de la Jornada, debería articularse la respuesta común a las necesidades y problemas de migrantes y refugiados: acoger, proteger, promover e integrar.
En su reflexión reclama que los migrantes y refugiados puedan entrar en los países de destino con seguridad y de forma legal, que se les conceda libertad de movimiento en los países de acogida, que puedan acceder a la asistencia sanitaria del país, que se les garantice su derecho a la libertad religiosa, que se les facilite su inserción laboral y que se les facilite el acceso a la ciudadanía.
El Santo padre muestra en su mensaje una preocupación especial por los niños migrantes y refugiados: “La Convención internacional sobre los derechos del niño ofrece una base jurídica universal para la protección de los emigrantes menores de edad. Es preciso evitarles cualquier forma de detención en razón de su estatus migratorio y asegurarles el acceso regular a la educación primaria y secundaria. Igualmente es necesario garantizarles la permanencia regular al cumplir la mayoría de edad y la posibilidad de continuar sus estudios”.
“En el caso de los menores no acompañados o separados de su familia es importante prever programas de custodia temporal o de acogida. De acuerdo con el derecho universal a una nacionalidad, todos los niños y niñas la han de tener reconocida y certificada adecuadamente desde el momento del nacimiento”, subraya.
La integridad familiar de los migrantes y refugiados es otro elemento que preocupa al Santo padre, por lo que solicita que los países favorezcan “la reagrupación familiar –incluyendo los abuelos, hermanos y nietos–, sin someterla jamás a requisitos económicos. Respecto a emigrantes, solicitantes de asilo y refugiados con discapacidad hay que asegurarles mayores atenciones y ayudas”.
Finalmente, el Papa Francisco recuerda en el mensaje que “cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia. A cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia” (ACI).
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