No les corresponde a los médicos o a un juez decidir si la calidad de vida es tan baja como para no ser digna de ser vivida"Cuando le hablamos él nos responde, abriendo lentamente un ojo. Reconoce mi voz. Y no les corresponde a los médicos o a un juez decidir si la calidad de vida es tan baja como para no ser digna de ser vivida", han afirmado los padres del pequeño Isaiah. Como surgió frente a la sentencia contra la vida de Charlie Gard, surge de nuevo la pregunta: ¿Por qué anticipar la muerte si un niño igualmente va a morir? ¿Por qué no dejar que muera de forma natural a su momento? Preguntas que cada día se vuelven más dramáticas si se piensa en el caso de la enfermera americana que adopta y se preocupa de niños en estas condiciones, que llegan a sobrevivir durante años, tratados con cariño y amados inmensamente por una familia adoptiva que les regala el amor que nunca han recibido por parte de quienes les han abandonado ni de los médicos que piensan que estos pacientes son vegetales cuya vida no solo es inútil, sino dañina. La respuesta está clara, puesto que Isaiah, Alfie Evans e Inés (los últimos casos análogos al de Charlie Gard), son los últimos representantes de una categoría oculta de personas cuya existencia se considera inútil, pero que cuenta con muchos otros casos y que lo sucedido con Charlie Gard pudo desvelar. Por eso, los que defendieron el homicidio del pequeño Gard lo hicieron con violencia y sin permitir que una sentencia favorable al matrimonio Gard destruyera un sistema eficientista que lleva en marcha desde hace años.
No se podía sentar un precedente que habría hecho replantear una praxis basada en la ley del más fuerte y sano que caracteriza a la Sanidad de algunos países europeosSe estaba jugando algo más que a vida o la muerte de Charlie: no se podía crear un precedente que habría hecho replantear una praxis fundada sobre la ley del más fuerte y sano que hoy en día caracteriza a los sistemas sanitarios de algunos países europeos, como el inglés (donde con el Liverpool Care Pathway empezaron a llover denuncias de familiares de pacientes asesinados en nombre de los "cuidados paliativos"), o como el francés (donde la Ley Leonetti permitía privar a las personas de alimentación e hidratación aunque no estuvieran al fina de la vida). Muchos hablaron de la locura de la familia Gard por no lograr aceptar la enfermedad mortal de su hijo, quitando así una cama en el hospital a alguien que podía tener una mejor oportunidad (olvidando cuánto dinero reserva el sistema a los abortos, a la fecundación asistida, a los tratamientos hormonales, al cambio de sexo, etc...). ¿También están locos los Haastrup? ¿Son unos ilusos los Evans? ¿Se encarnizan también la madre y el padre de Inés? ¿O quizás la excusa de la desesperación como explicación a la batalla de la familia Gard servía para enmascarar el entramado eutanásico de un sistema sanitario legal darwinista que se está imponiendo en Occidente? [caption id="attachment_85359" align="alignnone" width="720"] El bebé se encuentra en el centro médico desde hace 12 meses y los médicos han pedido a los Tribunales poder retirarle la respiración artificial. / Facebook de la familia[/caption] Con la eliminación de los más débiles antes de tiempo, desaparece el valor inmenso que tiene el débil de los débiles, el inconsciente, el enfermo, pero por cuya vida se lucha, sabiendo que antes o después si debe morir, morirá. Fuera de esta óptica, eterna, la muerte y el sufrimiento se convierten en insostenibles, pero es esta conciencia la que empujó a los cristianos, en primer lugar, a construir hospitales donde monjas y sacerdotes y médicos curaban a los incurables. Una conciencia nacida de la fe pero que ha creado una civilización más humana para todos, creyente o no creyentes, por los que es justo luchar sin compromisos, en nombre del Bien Común de todos. Abandonar este camino significa, de hecho, crear una sociedad en la que en la base de las relaciones, no está la gratuidad por el ser del otro, sino en que su vida y su sufrimiento lo convierten en una amenaza potencial a la propia existencia. Una sociedad de individuos sospechosos, enemigos y por lo tanto solos y deprimidos que antes o después deberán morir desesperados. Produciendo así un sufrimiento peor que el físico que se genera intentando eliminar al enfermo. *Este tema se ha publicado originalmente en italiano en La Nuova Bussola Quotidiana
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