La palabra de Dios que se pronuncia durante la misa no puede ser sustituida por “otra cosa”, debe ser escuchada con atención, en silencio, sin parlotear, y no debe “quedarse en las orejas, debe dirigirse al corazón, y del corazón pasar a las manos, a las buenas obras”. La Liturgia de la Palabra fue el tema del cual habló hoy el Papa Francisco en la audiencia general, continuando con el ciclo de catequesis dedicado a la misa.
En el discurso que dirigió a las 10.000 personas presentes en la plaza San Pedro, Francisco resaltó, en particular, que en la liturgia de la Palabra “es Dios quien habla, aquí y ahora”. Se pide, por lo tanto, atención, nada de parlotear –no al “¿has visto el cabello de esa señora?- y evitar las “elecciones subjetivas”, como la sustitución de la Palabra con textos profanos. Y los lectores deben ser “elegidos con cuidado”, ellos “deben prepararse, haciendo pruebas”.
Se escucha aquello que Dios ha realizado y que aún tiene intenciones de seguir realizando por nosotros. “¡Necesitamos escucharlo! De hecho, es una cuestión de vida, como bien recuerda la incisiva expresión de que «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». La vida que nos da la Palabra de Dios. En este sentido, nos referimos a la Liturgia de la Palabra como a la ‘mesa’ que el Señor pone perfectamente, para alimentar nuestra vida espiritual”.
El Salmo responsorial, prosiguió Francisco, tiene la función de favorecer la meditación de cuanto se escucha en la lectura que lo precede. Por eso, “es bueno que el Salmo sea valorizado con el canto, al menos, del estribillo”. La proclamación litúrgica de las mismas lecturas, agregó, expresa y favorece la comunión eclesial, acompañando el camino de todos y de cada uno. “Se entiende, entonces, por qué están prohibidas algunas elecciones subjetivas –como la omisión de lecturas o su sustitución con textos no bíblicos. Sin embargo, escuché que hay quien, si hay una noticia, lee el periódico, porque es la noticia del día. ¡No!”. “¡La palabra de Dios es la Palabra de Dios! El periódico lo podemos leer después. Pero allí se lee la Palabra de Dios. Es el Señor quien nos habla”. “Sustituir esa Palabra con otras cosas, empobrece y compromete el diálogo entre Dios y su pueblo en oración”.
“Sabemos –siguió diciendo- que la palabra del Señor es una ayuda indispensable para no extraviarnos” “¿Cómo podremos afrontar nuestra peregrinación terrenal, con sus fatigas y sus pruebas, sin ser alimentados e iluminados regularmente por la Palabra de Dios que resuena en la liturgia? Por cierto, no basta con oír con las orejas, sin acoger en el corazón la semilla de la Palabra divina, permitiendo que ésta de frutos. La Palabra de Dios recorre un camino dentro de nosotros. La escuchamos con los oídos, pasa al corazón, no se queda en las orejas, debe ir al corazón, y del corazón pasa a las manos, a las buenas obras. Este es el recorrido que hace la Palabra de Dios: desde los oídos al corazón, y a las manos. Aprendamos estas cosas”.
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