El jueves 24 de mayo se celebró a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, y como es costumbre, en la Eucaristía se presenta a los neosacerdotes. Además se invitó a todos a no soltarse de su Cruz, porque es el único camino a la salvación.
Dulce Natalia Romero Cruz
Al iniciar la conmemoración de la festividad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, quien presidió la santa Eucaristía en el Templo Expiatorio, llamó a los Neopresbíteros, ordenados el pasado domingo 20 de mayo para, frente a todo el presbiterio, darles la bienvenida a la vida sacerdotal y pastoral y reiterarles que el Señor les ha llamado para ser sacerdotes, pero también para permanecer cercanos a su Obispo.
El camino: La Cruz
Ante cerca de 250 sacerdotes que acudieron, el Cardenal, durante la homilía recordó que “Dios Padre constituyó a su hijo como sumo y eterno Sacerdote, pero también en esta fiesta se nos concede experimentar el poder de la cruz de nuestro señor Jesucristo. Este es el acento que le quiero poner a mi reflexión: La participación del sacerdocio de Cristo tanto en el grado de bautizados como en el Diáconos, Presbíteros y Obispos incluye la participación en el misterio de su cruz, es decir, en su muerte y resurrección. No podemos negar que vivimos en un ambiente hedonista, que promueve y exalta la comodidad y viene a echar fuera todo esfuerzo y sacrificio, es una cultura, una manera de pensar y vivir, pero a nosotros esa cultura no nos exime de la parte esencial del sacerdocio de Cristo”.
Aseguró que esa participación de la cruz se nos presenta de muchas maneras: “En la lucha por nuestro carácter, nuestros defectos, la falta de virtud, el luchar contra nosotros mismos cuando nos apartamos de nuestra identidad y esencia, esa lucha interior es parte de la cruz; cuando tenemos que asumir una encomienda en un lugar o en un contexto que no nos es grato, el asumir esa misión pastoral y compartir con Cristo este aspecto de la negación y de la entrega es parte de la cruz”.
La vida eterna
También el señor Cardenal recordó a todos que la cruz conlleva una fuerza salvadora para todos: “Cuando aceptamos y abrazamos la cruz, a veces dolorosamente, tenemos que darnos cuenta que en ese sacrificio se encuentra el poder de la obra salvadora de Dios, no lo podemos medir o percibir pero estamos seguros que así como la muerte de Cristo no fue estéril, así también la cruz que abrazamos tiene un poder sobre nosotros y sobre los que nos han sido encomendados, porque la participación de la resurrección de Jesucristo es la plenitud de la vida para nosotros y para la comunidad que nos ha sido confiada”.
También recordó el 24 de mayo, aniversario 25 años del asesinato del Cardenal Posadas Ocampo: “Le pedimos al Señor que esa muerte injusta siga siendo fecunda; un pastor generoso entregado a su misión y a su Iglesia. Al morir así, no cabe duda que Dios sabe sacar provecho de esa muerte injusta para que su Iglesia siga siendo bendecida por esa siembra dolorosa y sangrienta”. Anunció que el día 23 fue llamado a la casa del Padre el Sr. Canónigo Guillermo Gutiérrez, a quien se encomendó en la Eucaristía.
Al final de la ceremonia, se congregó a todos los Presbíteros que asistieron, al convivio que ofrece el Templo Expiatorio por parte de su Capellán, el Pbro. Francisco Casillas Navarro, en el que les invita un banquete de pitayas, que es la fruta de la temporada.

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