Ahora mismo, durante la comida, acabo de ver las escenas en que aparece Jesús en la película Ben Hur. Qué tiempos en los que, como la cosa más normal del mundo, las más grandes productoras aprobaban ingentes presupuestos para hacer películas (esta no fue la única) en las que se exaltaba la fe en Cristo.
Y allí estaban, sentados en la primera fila de butacas del cine, los miembros del partido comunista, los ateos, los freudianos, todos, sin faltar ni uno. Podían renegar del cristianismo, pero por supuesto que no se iban a perder la película. Ni se les pasaba por la cabeza.
Y allí estaban: callados, conmovidos, viendo el nacimiento del Salvador, su predicación en un monte, su crucifixión. Pagaban por ver aquello. ¡Qué tiempos!
Ahora también se hace alguna que otra película religiosa del tipo Resucitadoy tal. Eso sí, con menos presupuesto que un capítulo de Big Bang Theory. El resultado es que la escena de un centurión mirando a Jesús que da de beber a Ben Hur, esa simple escena, vale más que toda la película Resucitado. Ya no digamos nada de la escena del final de Ben Hur en que la lluvia arrastra la sangre del Calvario. Esa escena con la madre de Ben Hur y su hermana abrazándose tras haberse curado de la lepra, con los aleluyas que suenan de fondo, los toques de campana y trompetas, no dejó a nadie indiferente en las salas de cine (yo la vi en el cine): lloraban hasta los acomodadores.
Os dejo con la música que acompaña el nacimiento de Cristo en la película:
A esta música sigue el track de la adoración de los Magos. Es una música sencilla, cándida. Justo todo lo contrario de los juegos pseudointelectuales de los que después han querido “mejorar” este tipo de versiones a partir de los años 90, con resultados que todos hemos ya piadosamente olvidado. ¿Quién se acuerda de la versión moderna de Marcelino, pan y vino? Sí, mejor olvidar aquel desastre en color.
Post Data:
Para los más interesados, he visto que, en el pasado, escribí otros dos post sobre esta película:
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