Pbro. José Horacio Toscano González
Nuestra Iglesia Diocesana confiando en la presencia de Dios recorre en su discernimiento pastoral el mejor camino que le haga crecer en comunión, participación y misión, haciendo presente entre nosotros el Reino de Dios. La acción pastoral de la Iglesia es el servicio propio de la Iglesia, a las personas y a la comunidad de un tiempo (época) y de un lugar (cultura), para que respondan progresivamente a su vocación, a la comunión con Dios y a la santidad, como personas y como comunidad-pueblo, y alcancen la salvación-liberación en Cristo. Queriendo impulsar la nueva evangelización a través del Kerigma (primer anuncio del mensaje cristiano) y la formación, nuestro Arzobispo el Señor Cardenal José Francisco Robles Ortega, convoco a representantes de las instancias eclesiales en nuestra Iglesia Diocesana de Guadalajara a la VI Asamblea Diocesana de Pastoral los pasados días 20, 21 y 22 de junio en las instalaciones del Seminario Menor de Guadalajara. Entre las instancias presentes estuvo la Pastoral Familiar.
Familia comunión Eclesial
Para que la familia cristiana sea verdaderamente « iglesia doméstica », está llamada a ser el ámbito en que los padres transmitan la fe, pues ellos « deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo ». En la familia tampoco puede faltar la práctica de la oración en la que se encuentren unidos tanto los cónyuges entre sí, como con sus hijos. A este respecto, se han de fomentar momentos de vida espiritual en común: la participación en la Eucaristía los días festivos, la práctica del sacramento de la Reconciliación, la oración cotidiana en familia y obras concretas de caridad. Así se consolidará la fidelidad en el matrimonio y la unidad de la familia. En un ambiente familiar con estas características no será difícil que los hijos sepan descubrir su vocación al servicio de la comunidad y de la Iglesia.
Por la Familia “Sentir con la Iglesia”
Sentir con la Iglesia es un llamado a asumir con el pensamiento y las palabras, las actitudes y los comportamientos el camino que marca nuestro Pastor. La Iglesia reconoce en la familia uno de los tesoros más importantes, célula de la sociedad misma. Una parte importante de la sociedad está afectada por difíciles condiciones de vida que amenazan directamente la institución familiar. En nuestra condición de discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a trabajar para que esta situación sea transformada, y la familia asuma su ser y su misión. Se proclama y se reconoce que la familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio entre un varón y una mujer, signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia. Desde esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la maternidad, la filiación y la fraternidad, y el compromiso de los dos por una sociedad mejor. Aun en estos tiempos en los que se ciernen sombras, la familia continua siendo el valor más querido por nuestros pueblos, por tanto debe asumirse la preocupación por ella como uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia. Todos como bautizados dentro y fuera de esta Diócesis estamos llamados a colaborar en la construcción de una pastoral familiar “intensa y vigorosa” para proclamar el evangelio de la familia, promover la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias sean reconocidos y respetados.
Elección por la Familia
Como Católicos debemos ser conscientes de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más valiosos de la sociedad, debemos hacer sentir su voz y ofrecer su ayuda a todo aquel que, conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata de vivirlo fielmente; ofrezcamos nuestro servicio a todo hombre preocupado por los destinos del matrimonio y de la familia. Seamos conscientes del valor de la familia para que los legisladores, gobernantes y profesionales de la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de los crímenes abominables del aborto, de la eutanasia y de todas las manifestaciones que pretender distorsionarla; ésta es su responsabilidad. Por ello, ante leyes y disposiciones que son injustas a la luz de la fe y la razón, debemos participar en la elección a favor de la vida y de la familia.
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