Durante el rezo del Ángelus en el Vaticano, este domingo 2 de septiembre, el Santo Padre ha reconocido que la activación de la guerra en Oriente Medio “me produce gran dolor. Se respiran todavía vientos de guerra y nos llegan noticias inquietantes sobre los riesgos de una posible catástrofe humanitaria en la amada Siria, en la provincia de Idlib”.
Esta provincia es en la actualidad el principal bastión de las fuerzas rebeldes antigubernamentales después de haber perdido, a lo largo del último año, todos los territorios que controlaban debido a la ofensiva del ejército del presidente Bacher al-Asad y sus aliados rusos e iraníes.
Por ello, en los últimos días las fuerzas militares sirias, junto con fuerzas de apoyo rusas e iraníes, han emprendido una ofensiva a gran escala que busca privar a los rebeldes de este estratégico enclave.
De esta manera, el régimen sirio buscar garantizar su victoria en esta larga guerra que dura ya más de siete años, a pesar de que el gobierno tampoco controla amplias zonas del norte bajo control del ejército turco y de las milicias kurdas, y que los grupos rebeldes, incluido el Estado Islámico y grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda, tienen presencia en diferentes zonas del país.
El Pontífice, en sus palabras, quiso renovar su llamado a la comunidad internacional “y a todos los actores involucrados a valerse de los instrumentos de la diplomacia, del diálogo y de las negociaciones respecto al derecho humanitario internacional para salvaguardar la vida de los civiles”.
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