El significado de la canonización conjunta de Pablo VI y Óscar Romero

Por Luis-Fernando Valdés

Canonizados en la misma ceremonia, Pablo VI y monseñor Romero se convierten en una señal que el Papa Francisco envía a la Iglesia y al mundo. ¿Cuál es este mensaje?

Pablo VI. Giovanni Battista Montini (1897-1978) fue el Papa Pablo VI (1963-1978), el Pontífice que llevó a término el Concilio Vaticano II a la muerte de Juan XXIII, lo cual fue una misión complicada en la que logró mantener la unidad y dar certeza a los 2,500 obispos participantes.

Fue el primer «Papa Peregrino», antes que Juan Pablo II. Hizo 9 viajes, en los que visitó 19 países de los cinco continentes. El periodista Roberto Paglialonga sugiere que «de alguna manera así presentaba una Iglesia ‘en salida’, como después la ha definido muchas veces el Papa Francisco». (Rome Reports, 11 oct. 2018)

Uno de los documentos más importantes de su pontificado fue la exhortación Evangelii Nuntiandi (1975), en la que Pablo VI habla del anuncio del mensaje de Cristo al mundo moderno, que además va unido con el servicio a los pobres, la justicia social, el progreso y la promoción humana.

Monseñor Óscar Romero. Nacido en Barrios, El Salvador, en 1917, murió asesinado por odio a la fe, a los 62 años, en 1980. Fue nombrado arzobispo de San Salvador en 1977. Le tocó guiar a la Iglesia católica salvadoreña en un momento social difícil, pues el gobierno emprendió una dura represión contra la guerrilla de izquierda, en la que murieron asesinados sindicalistas, políticos e incluso sacerdotes y monjas.

Monseñor Romero denunciaba la violencia tanto de la guerrilla como del gobierno, y les pedía que dejaran las armas. Fue asesinado por orden del gobierno mientras celebraba la Santa Misa en la capilla de un hospital. Juan Pablo II visitó dos veces su tumba y Benedicto XVI lo consideraba un santo.

«Romero», como le decían con afecto sus fieles, es conocido como el «Obispo de los Pobres». El postulador de su causa, monseñor Vincenzo Paglia, cuenta que el arzobispo de San Salvador «estaba con los más pobres. Y estar con los más pobres en aquel tiempo era la manera más eficaz de estar de parte del propio país». (Rome Reports, 10 oct. 2018)

Unidos en vida.  Monseñor Romero no quiso vivir en el palacio arzobispal, sino en una pequeña habitación de una casa (como haría después el Papa Francisco, que no quiso vivir en el Palacio Apostólico).

En ese espacio de dos metros cuadrados tenía como decoración un retrato de Pablo VI sobre la mesa de trabajo, y una colección de 9 fotos, puestas en un mismo cuadro, de él con «su» Papa. (Vatican Insider, 12 oct. 2018).

Este Papa fue una fuente de inspiración para el arzobispo. El padre Rafael Urrutia atestigua que, desde joven, «Romero se había aficionado mucho a las enseñanzas de Pablo VI». Ambos se reunieron el 21 de junio de 1978.

En su diario, monseñor Romero cuenta que el Papa fue con él «cordial, generoso; la emoción de aquel momento no me permite recordar palabra por palabra». Pablo VI le dijo que sabía lo difícil que era su trabajo, «que puede no ser comprendido, necesita tener mucha paciencia y mucha fortaleza» (Ibidem).

Epílogo. El gran heredero de ambos santos es el mismo que los acaba de canonizar: el Papa Francisco. Inspirado en parte por Pablo VI, Francisco ha promovido una Iglesia «en salida», una Iglesia cercana a la gente, especialmente a los más necesitados. Y monseñor Romero ha sido un modelo de obispo de las «periferias», cercanísimo a los pobres y a los marginados, tal como el Pontífice pide que sean los pastores de la Iglesia de hoy.

www.columnafeyrazon.blogspot.com

Publicado en la edición impresa de El Observador del 21 de octubre de 2018 No.1215

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