Una calle cualquiera de Alcalá a una hora cualquiera


Hoy hemos tenido la reunión diocesana de sacerdotes, la del mes de noviembre. Nos ha predicado el obispo don José Rico. Qué alegría siempre me dan estas ocasiones en las que el clero está reunido. No dejaba de imaginar a los doce apóstoles sentados en torno a Jesús, mientras Este les enseñaba; y cómo ahora era lo mismo: todos los sacerdotes reunidos en la capilla con El presidiéndonos en el sagrario, aunque no fuera visible con su forma corporal.
El que hablaba era el obispo Rico. Desde que Jesús dejó de ser visible y audible con su forma corporal, tenemos que enseñarnos unos a otros. Administrar la Palabra de Dios, ¡qué gran tarea! Enseñar a los que son actualmente apóstoles.
Me llama la atención que crece el número de sacerdotes que llevan sotana a las reuniones. Hoy he visto a uno al que nunca le había visto ponérsela en estas reuniones. ¡Y ya hay varios que usan fajín negro sobre la sotana! Y eso en las reuniones, ¿qué no harán fuera de las reuniones? Os aseguro que varios sacerdotes jóvenes tienen manteo. Visto todo el clero por detrás (yo estaba hoy sentado en los últimos bancos) todos visten de negro; había unos tres de gris. Solo vi tres, pero tal vez había alguno más.
Por delante, no todos llevaban camisa de clergyman. Pero ya todos van con jerseys, chaquetas, americanas de riguroso color negro. Este detalle muestra una evolución respecto a las reuniones de principios de los 90 a las que asistía yo como seminarista.
Hasta Gustavo Gutiérrez (uno de los padres de la Teología de la Liberación), lo leía ayer, ha retocado sus obras para expurgarlas de errores, reconociendo sin ninguna ambigüedad, de forma tajante y clara, que es la Iglesia la que enseña el magisterio sin error con la asistencia del Espíritu Santo.
Las cosas han cambiado y han cambiado mucho respecto a los años 70 y 80. Los que entonces fueron admirados y aclamados como los autores de un gran salto revolucionario, ahora son vistos en sus justas dimensiones.
Ayer me llamó un sacerdote de otra diócesis y le dije que yo creía que a don Marcelo, arzobispo de Toledo en aquellos años revolucionarios, es como si Jesús le hubiera dicho: “A ti te encargo que hagas un gran seminario, un seminario donde se enseñe según mi corazón a los seminaristas. Yo te enviaré vocaciones de toda España. Después, esa semilla se extenderá por todas las diócesis de toda la nación”.
Mientras que los que, entonces, quisieron ser modernos, ahora están totalmente pasados de moda. La fidelidad a la Tradición ha vencido a la desobediencia al magisterio. Los trajes clericales son un mero signo, pero un signo lleno de significación. 

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