El 22 de febrero medios locales e internacionales recogieron las declaraciones del comisario estatal de seguridad interior y asuntos internos del estado de Kaduna, Samuel Aruwan, quien aseguró que el fin de semana la iglesia de la Sagrada Familia, ubicada en la aldea de Kikwari, había sido incendiada durante un ataque.
“Al llegar al lugar, los bandidos armados incendiaron el edificio de culto y dos casas”, afirmó Aruwan, y aseguró que los pobladores habían escapado antes de que llegaran los supuestos atacantes. Además, dijo que el gobernador El-Rufai habría condenado el hecho y ordenado intensificar la seguridad y control en la zona.
Sin embargo, el 23 de febrero, el P. Bivang Thaddeus, sacerdote encargado del área pastoral de San Miguel, donde se encuentra la supuesta iglesia incendiada, dijo a ACI África, del Grupo ACI, que esta noticia es falsa.
“La información es falsa. El ataque nunca sucedió. No es cierto en lo absoluto. No sé de dónde vino esta información, pero si ellos deben dar esa información, ¿no deberían consultar a quien sea que esté a cargo del lugar? Si es una iglesia, tiene que haber un pastor”, dijo el P. Thaddeus.
Cabe resaltar que la noticia falsa se dio en medio de un contexto de inseguridad y violencia en la localidad. El 6 de febrero, delincuentes atacaron Kujeni y Kutemeshi, aldeas vecinas a Kikwari y ubicadas en las áreas de Kajuru y Birnin Gwari, en Kaduna, y dejaron al menos 19 personas muertas y varios heridos de bala.
Para el sacerdote, la difusión de noticias falsas sobre el incendio de una iglesia no solo crea tensión y división, sino que también causa “más heridas y daños”.
“Cuando hablas así, en lugar de crear sanación, estás creando más heridas y daños. Cuando los cristianos de todas partes comienzan a ver este tipo de información, aumenta el odio contra los no cristianos”, dijo el P. Thaddeus.
Sobre los dos ataques del 6 de febrero, el sacerdote relató que tras el acto de violencia, los pobladores de la aldea de Kikwari huyeron de sus hogares y que algunos de los desplazados aún están buscando refugio en Ungwan Barkonu, ubicado en el territorio arquidiocesano.
“La gente de Kikwari está dispersa. Su vida no ha sido fácil. Ellos encuentran lugares donde pueden recostar la cabeza y buscar comida para sobrevivir por un día”, lamentó.
El P. Thaddeus, que ha estado sirviendo en la localidad de Kajuru desde enero de 2017, expresó su preocupación por la seguridad en su jurisdicción y dijo que también afecta al clero. “Hay tanta inseguridad. La situación no es mejor para los sacerdotes”, dijo.
Además, criticó que las autoridades gubernamentales hagan “poco o nada” al respecto, pese a conocer la situación de inseguridad en la región. Dijo que tras los ataques del 6 de febrero, la seguridad del gobierno se reunió con los aldeanos para buscar una solución, pero al final, no llegó a ofrecer protección alguna.
“Me informaron que algunos policías fueron enviados a quedarse allí para reducir el nivel de inseguridad. Pero por la
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