El gobierno peruano dividió el país en tres niveles de contagio: alto, muy alto, y extremo, de acuerdo a la gravedad de la pandemia. Al 21 de febrero, los casos de coronavirus en el Perú ascienden a más de 1 286 mil, con 1829 en las últimas 24 horas. El número de fallecidos, según cifras oficiales, es de 45 263 personas.
En el nivel extremo están las regiones de Áncash, Pasco, Huánuco, Junín, Huancavelica, Ica, Apurímac, Lima Región, Lima Metropolitana y el Callao. En estos lugares se estableció una cuarentena del 31 de enero al 28 de febrero, que prohíbe abrir iglesias, centros comerciales, gimnasios, restaurantes, entre otros.
En la provincia de Ambo (Huánuco), una de las zonas de extremo nivel de contagio, se encuentra la parroquia Santa Rosa dirigida por el P. Juan López Díaz, para quien el confinamiento no ha sido impedimento para celebrar la Eucaristía dominical desde el techo de la iglesia, donde prepara un altar y coloca parlantes.
La Dirección Regional de Salud de Huánuco ha reportado que en esta región, al 23 de febrero, hay más de 47 mil casos de coronavirus y más de mil personas han muerto por el virus.
El sacerdote empezó con esta iniciativa a inicios de 2020, cuando la pandemia golpeó el país; y ahora, con la segunda ola y el confinamiento, ha vuelto a retomar esta manera creativa de llevar la Palabra de Dios a los fieles del pueblo.
“Si ahora están prohibidas las Misas y las reuniones, siempre tiene que haber formas y maneras de llegar a la gente. La cosa es encontrarlas”, indicó a Efe.
El P. López señaló que la vida tiene muchos obstáculos, “pero siempre hay salidas. En ese sentido, yo dije que el techo no puede ser de ninguna manera motivo para que deje de predicar”.
Cada domingo, más de tres mil personas se conectan a la transmisión en vivo de la Misa que celebra el P. López, y en la misma ciudad aproximadamente cien personas siguen la Eucaristía desde “techos, balcones, puertas y ventanas”.
“Ellos están muy contentos, pero también preocupados porque hay domingos que el viento es fuerte y da miedo, pero ahí estamos con la gracia de Dios y con un par de piedras en los bolsillos para que el viento no me pueda hacer ningún daño, ya que no peso nada”, bromeó.
La iglesia de Santa Rosa está en la ciudad de Tomayquichua, en los Andes peruanos. Un sismo obligó a derribar el templo anterior y la nueva iglesia se construye desde el 2011.
El P. López ha invertido dos millones de soles (550 mil dólares aproximadamente) en la nueva iglesia, dinero recolectado gracias a las actividades que realiza cada año. Anualmente se han logrado reunir unos 100 mil soles (27 mil dólares aproximadamente).
El sacerdote indicó que esperaba terminar de construir la iglesia para el próximo año, sin embargo, la pandemia ha extendido ese plazo.
“Pensaba acabarla en 2022, pero con esto será algunos años más. Como sigue en construcción, tengo que trepar para dar Misa en el techo porque todavía no están las escaleras completas”, señaló.
Para llegar al techo de la iglesia, el sacerdote utiliza una escalera de madera desde el campanario y ha instalado un altar improvisado con una mesa plegable para poder celebrar la Santa Misa desde las alturas.
Asistencia espiritual en los hospitales
Además de las Misas desde el techo de la iglesia, el P. López acude cada semana tres o cuatro veces a los hospitales de Huánuco para visitar a los enfermos de COVID-19 y llevarles consuelo y apoyo espiritual.
“A veces hago la Misa adentro del hospital, y es triste y doloroso ver cómo sufren. Necesitamos acompañarlos, fortalecerlos, animarlos y ponerlos en las manos del Señor”, indicó.
El sacerdote señaló que mientras Dios le de vida y salud para atender a los enfermos, irá “hasta donde están ellos”.
“Esta segunda ola está mucho peor que la primera. A eso hay que sumarle que no tenemos hospitales, ni personal, ni insumos ni oxígeno. Son cuatro cosas que nos hacen falta hoy en día en nuestro Huánuco”, agregó.
A bordo de una moto, el P. López recorre las calles de Huánuco para visitar los hospitales y también realiza el rezo del Rosario con las personas que están en la vía pública, con la ayuda de un parlante.
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