¿Cuál es el origen de su vocación religiosa?
“Estuve desde los doce años participando en un grupo pastoral de la parroquia San José Catedral, llamado San Pablo que dirigían las hermanas Paulinas, luego estuve enfermo en el Hospital, muy grave afectado de una pierna, por seis meses, tiempo en que me di cuenta, que las personas internadas en los recintos médicos les faltaba el apoyo espiritual, entonces sentí la primera vocación de ser parte de una comunidad religiosa, a ver el ejemplo que me brindaban las Hermanas Hijas de Santa Ana. Unos años después, Monseñor Carlos Oviedo (Arzobispo de Antofagasta en aquellos años), junto al padre Eloy Parra, formó un grupo de jóvenes a los que comenzaron a preparar en la parroquia Nuestra Señora del Carmen. Luego conocí a mi actual congregación, Siervos de la Caridad, la que trabaja con niños con capacidades diferentes, para ayudarlos a reinsertarse socialmente y lograr ser autovalentes, que es una tarea que verdaderamente me apasiona”.
¿Qué significa para usted cumplir 25 años de vida como religioso?
“Finalmente, el cumplir o contar años para mí es sólo eso, años que se van sumando, lo que realmente encuentro significativo es tener la seguridad y conocer la respuesta a la pregunta interna sobre cuando sabré que no estoy equivocado en la elección de vida, y cuál es el mérito de uno para ser lo qué es, uno en el camino va conociendo tanta gente que está mejor preparada con mejores cualidades como persona, entonces viene el cuestionamiento porque el Señor se fijó en mí, porque me sedujo. Pero finalmente no es un mérito mío, sino del Señor que me puso en este camino” Hacer la misa como si fuera la primera
¿Qué vivencia recuerda en especial de estos 25 años?
“Una frase que solía repetir el padre Eloy Parra, cuando decía, las misas hay que hacerlas como si fueran la primera que uno hace, y eso es lo que practico hasta el día de hoy”.
Fuente: Comunicaciones Antofagasta
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