Aceptada oficialmente como religión en algunos países –entre ellos España– y rechazada como secta en otros –como Francia–, la Iglesia de la Cienciología empezó a tomar forma como organización en Canarias. Fue en aguas del archipiélago donde, en agosto de 1967, L. Ron Hubbard –el fundador de este credo– creó la Organización del Mar (Sea Org), una especie de orden religiosa dentro de la secta, dedicada a la expansión de su fe, y que cuenta con alrededor de 7.000 miembros en todo el mundo, según datos de los propios cienciólogos.
Según explica Miguel Gómez en El Día, las visitas a las Islas de Hubbard, viajero incansable, eran frecuentes y seguirían siéndolo unos años después de este episodio. Su primera estancia en tierras canarias se produjo en 1965 con el objetivo de “empezar una investigación intensiva sobre la naturaleza espiritual del hombre y sus orígenes”, como se recoge en la biografía del personaje proporcionada por la Iglesia de la Cienciología.
La Organización del Mar es “la parte religiosa, sistematizada” de la Cienciología, explica Francisco Díez de Velasco, profesor de Historia de las Religiones en la Universidad de La Laguna (ULL) y director del grupo de investigación Relican (Religiones en Canarias), quien en algunas publicaciones ha llamado la atención sobre la “paradoja” de que fuera España, donde este movimiento “se conformó organizativa y estructuralmente de forma plena como religión”, uno de los países que hasta fechas recientes (2007) negara a la Cienciología su carácter religioso.
El presidente de la Iglesia de la Cienciología en España, Iván Arjona, ignora las razones por las que Hubbard comenzó por Canarias su “investigación sobre la existencia del alma más allá de una sola vida”, pero está convencido de que las Islas, con su “diversidad de climas, culturas y terrenos”, “le ofrecieron un entorno ideal” para desarrollar esas indagaciones “de una forma sosegada, pura y fuera de los entresijos de las grandes ciudades modernas”.
Fue un 12 de agosto de 1967 cuando, a bordo del barco “Enchanter", entonces en aguas de Gran Canaria, unos pocos cienciólogos se convirtieron en los primeros miembros de la Organización del Mar. Arjona explica que el propio Hubbard, que había servido en el Ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, se encargó de adiestrarlos, puesto que ninguno tenía experiencia en las tareas de la mar. Pasado el tiempo, la “orden religiosa” bajó a tierra, pero en sus primeros años su misión se desarrolló sobre todo a bordo de embarcaciones.
Las visitas a Canarias se prolongaron durante unos años más. Todo lo que rodea a las actividades del padre de la Cienciología es confuso, ya que las fuentes oscilan entre la santificación del personaje y su demonización, pero algunas apuntan a que en 1973 sufrió un accidente de moto en Tenerife. A Arjona no le consta, aunque sí que tuvo un accidente “que casi le cuesta la vida”, pero del que “se recuperó rápidamente” para proseguir su labor.
Pronto los viajes al Archipiélago dejarían de producirse. Aquí aparece de nuevo la confusión. Según una “leyenda urbana”, comenta Díez de Velasco, los movimientos de Hubbard, en plena “paranoia” del final del franquismo, despertaron las sospechas de la Policía. La versión del presidente de los cienciólogos señala en otra dirección: grupos enemigos hicieron correr el “falso rumor” de que su barco era de la CIA.
Pese a estos vínculos con Canarias, ninguno de los 14 centros de la Cienciología en España se encuentra en la región, donde hay entre 50 y 70 fieles “con distintos niveles de actividad”, detalla Arjona. Hubo una sede en Las Palmas de Gran Canaria, pero cerró. Ahora se proponen “hacer más difusión” para conseguir un grupo estable de cienciólogos que se encargue de gestionar un nuevo centro. Se trataría de un regreso a los orígenes y, como dice Arjona, esta vez para quedarse.
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