El Prelado hizo este llamado durante la sesión del Comité especial político y sobre la descolonización realizada el 17 de octubre con el tema ''Cooperación internacional en los usos pacíficos del espacio ultraterrestre''.
En su discurso, Mons. Aúza recordó la responsabilidad de asegurar que los frutos del avance científico en esta materia beneficien también a los pobres. “Mi delegación es plenamente consciente de los límites del acceso universal a los usos beneficiosos del espacio ultraterrestre, teniendo en cuenta la enorme inversión en la exploración y las cuestiones relacionadas con la propiedad intelectual, como el caso de las patentes”.
“Sin embargo –señaló-, en una época en que el espacio se ha convertido en un inmenso bien económico y da cabida a tecnologías de la información y la comunicación, los Estados deben trabajar juntos para asegurar que estos beneficios no se conviertan en una causa más del crecimiento de la desigualdad económica y social, sino que pasen a ser un recurso compartido para el bien común de toda la comunidad mundial”.
En ese sentido, dijo que “para promover este bien común, es esencial garantizar el uso pacífico del espacio exterior. De ahí que el debate en curso sobre el desarrollo de un código internacional de conducta para las actividades espaciales represente un paso positivo de cara a un espacio más equitativo y seguro. Indudablemente contribuiría a prevenir una carrera de armamentos en el espacio y, por lo tanto, a evitar una nueva y grave amenaza para la paz y la seguridad internacionales”.
Asimismo, destacó la importancia del uso del espacio para monitorear, a través de los satélites, “la salud de los océanos y los bosques, proporcionan datos sobre los ciclos del agua, los patrones climáticos y otros fenómenos atmosféricos. Estamos seguros de que este conocimiento puede convencernos a cambiar estilos de vida y prácticas que son perjudiciales para nuestro medio ambiente. Si no cooperamos no habrá ganadores, sólo perdedores”.
Además, dijo que el Vaticano evidencia “el uso de satélites en la difusión de conocimientos y la eliminación del analfabetismo. De hecho, los satélites pueden llegar no sólo a los lugares donde el analfabetismo pertenece al pasado, sino también a aquellos en los que todavía hay muchos que no saben ni leer ni escribir, especialmente en áreas remotas”.
Sin embargo, señaló Mons. Aúza, la comunidad internacional debe velar para que “la tecnología espacial no se convierta en un instrumento de dominación y en un vehículo para imponer a otros determinadas culturas y valores”.
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