A veces, parte del trabajo sacerdotal no se puede decir en un blog, porque se trata de labores que afectan a personas concretas. Pero lo que sí que puedo decir públicamente, es que he dedicado parte de la joranda de hoy a corregir mis Historias hamletianas.
Un amabilísimo filólogo me envió el libro con sapientísimas anotaciones gramaticales e, incluso, de estilo. Éstas últimas me resultan valiosísimas. A este filólogo costarricense le estoy grandísimamente agradecido. Su paciencia corrigiéndome ha logrado verdaderos frutos. El pobre ha tenido que trabajar mucho para enviarme esas correcciones, porque sólo incorpolarlas a la versión final del libro me va a llevar unas cuantas horas. Cada corrección que me envía hay que comprenderla y algunas son difíciles. Y después hay que incorporarla a la versión final.
En otro orden de cosas, hoy he leído varios cuentos de Chejov, que me ha decepcionado totalmente. También he leído otro capítulo La torre herida por el rayo, de Fernando Arrabal, que me está gustando; con moderación, pero me gusta. Estos días estoy escuchando la dulce música sinfónica de Rachel Portman. The Duchess creo que es su mejor obra.
Ah, sí. Creo que ha habido elecciones en mi país. Parece eser que ya es oficial que vamos a pedir nuestro ingreso en la Unión Internacional de Sufridonios. Lo veo tan lógico como inevitable.

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