Hoy he cenado en casa de la familia de la sacristana de mi última parroquia. Mesa larga, niños correteando, jovencitas consultando los mensajes de sus móviles, cuatro generaciones reunidas, tíos, primos, bisnietos vivaces. Me he marchado pronto tras la medianoche, como es habitual en mí.
Respecto al post de ayer, muchas personas me repiten que a ellos les gusta tocar el papel, sentir el libro en la mano. En mi caso prefiero sentarme en mi cómodo sillón del ordenador, totalmente ergonómico, ante una pantalla grande, colocada a la altura de los ojos, leer el libro con u tamaño en las letras que resultaría excesivo si se tratara de un libro físico, y escuchar una bonita música mientra leo.
No es ya, por tanto, sólo el objeto físico. Es la postura del cuerpo, el no cansarse mientras uno lee, la música, muchas cosas. Y eso sin contar con que he leído gruesos libros enteros leídos por la voz artificial del ordenador, desde la primera página a la última.
Sea dicho de paso, la versión de la Biblia en español más fiel al original es la Biblia de Jerusalén, sin lugar a dudas. Hubo otra mejor, pero dejó de editarse.
Sea dicho de paso, la versión de la Biblia en español más fiel al original es la Biblia de Jerusalén, sin lugar a dudas. Hubo otra mejor, pero dejó de editarse.
Bueno, empieza un nuevo año y ya tenemos un rascacielos incendiado.
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