"Mucho presumir de que el Estado de Derecho ha acabado con la ETA, pero ahí tienen a etarras convictos y confesos y condenados, como concejales, diputados..."Aquí mucho presumir de que el Estado de Derecho ha acabado con la ETA, pero ahí tienen a etarras convictos y confesos y condenados, apaciblemente estabulados en las nóminas del Estado como concejales, alcaldes, diputados regionales, diputados nacionales. ¿Quién ha hecho aquí verdaderamente el desarme? Nosotros, nosotros sí que parece que les hemos entregado las armas de la ley a ellos.
Como los apóstoles en la Oración en el Huerto
Rodríguez Zapatero les abrió el zulo de los resquicios del Estado de Derecho y ahí los tienen, con marcas blancas, con otros nombres, con otras pieles de cordero, pero en las instituciones que quieren destruir. Y de aquí a nada, los tendremos con su "proceso" correspondiente, como los separatistas catalanes. Ya se sabe: aquí al que abre un proceso separatista no se le procesa. Y si se le procesa, es muy poquito, casi nada, y no se le manda a la cárcel como la II República envió a Companys, sino que se le inhabilita para cargo público, a fin de que pueda seguir riéndose convenientemente de la Patria y de los que nos sentimos españoles."Estos de la ETA, los muy mamones, ni hartándolos de marmitaco entregan verdaderamente las armas en el Estado que les ha franqueado sus puertas"¿Saben en el único Desarme, y con mayúsculas, en el que creo? Pues en el de Asturias de cada 19 de octubre. El que "Clarín", como concejal de Oviedo, estableció como fiesta, en recuerdo de aquel rancho que al terminar la Primera Guerra Carlista sirvieron en Llanera a las milicias populares que se negaban a entregar las armas. Les dieron tan copabundante y apetecible rancho de garbanzos con espinacas y bacalao, callos y arroz con leche, que les entró tal sopor sestero, que cayeron como los apóstoles en la Oración en el Huerto, destroncaditos, pudiéndoles así arrebatarles las armas que se negaban a entregar. Ese es para mí el verdadero Desarme, el de los carbayones, al que cada octubre me invitan ritualmente los amigos del Bar Asturias en Sevilla, con sus rituales y ovetenses garbanzos con espinacas y bacalao, sus callos y su arroz con leche. Pero estos de la ETA, los muy mamones, ni hartándolos de marmitaco entregan verdaderamente las armas en el Estado que les ha franqueado sus puertas.
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