El Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, al presidir la Misa de cuerpo presente del padre Juan Miguel Contreras García, asesinado en Tlajomulco de Zúñiga recordó a las autoridades su obligación irrenunciable de procurar y administrar justicia.
Redacción Arquimedios
EL SALVADOR, JAL.- El lunes 23 de abril, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara presidió la Misa exequial del padre Juan Miguel Contreras García, quien fuera ultimado el viernes 20, en la parroquia de San Pío de Pietrelcina, en Haciendas Santa Fe, municipio de Tlajomulco de Zúñiga, donde el sacerdote se desempeñaba como vicario parroquial.
La Misa tuvo lugar a las afueras del templo del Sagrado Corazón de Jesús, en El Salvador, Jalisco, perteneciente al decanato de Magdalena, lugar de origen del padre Juan Miguel.
Durante su homilía, el señor Cardenal calificó la ocasión como “un momento de tristeza, de dolor, de incertidumbre y de muchos otros sentimientos que nos embargan”.
Ante lo inevitable
“No debemos olvidar que mientras somos peregrinos en esta vida, siempre el dolor, la pena, la tristeza, estarán en nuestro camino, no lo podemos evitar, como no podemos evitar el enfrentar el paso doloroso de la muerte en nosotros y en nuestros seres queridos, como por otra parte los gozos, las alegrías, también están en el camino de nuestra existencia.
“Lo que la palabra de Dios nos asegura es que en este camino de la vida, sobre todo en los momentos de dolor, de pena y de tristeza, no estamos solos. Dios los comparte y nos acompaña en esos momentos de sufrimiento y de dolor.
“Cristo Nuestro Señor cuando dice ‘Yo soy el Buen Pastor’, nos está hablando de aquél que está dispuesto a cuidarnos, a guiarnos, a alimentarnos, a buscarnos; incluso está dispuesto a llevarnos sobre sus hombros cuando nosotros no podamos más”.
Añadió que Cristo Buen Pastor, dio la vida por sus ovejas y “se sigue entregando a su pueblo en cada sacerdote que Él ha escogido y ha ungido con la fuerza de su Espíritu y que Él ha envidado. Se sigue entregando, se sigue donando en la persona de cada uno de los sacerdotes”.
Cristo se sigue entregando
por nosotros
“Podemos decir que de este corto sacerdocio del padre Juan Miguel, Cristo se ha adueñado donándose a los fieles, a la comunidad, a las comunidades que sirvió, y podemos decir, aunque con dolor y sin entenderlo, que Cristo, el Buen Pastor, ha dado su vida, ha derramado su sangre en la persona del padre Juan Miguel en la tarde de este viernes, como si fuera el viernes santo.
“Cristo pudo decir en esta circunstancia, la vida no me la quitan, yo la doy, yo la entrego… Al padre Juan Miguel no le quitaron la vida, Cristo entregó su vida en él, aunque no lo podamos entender sino es a la luz de la fe.
“Cristo ha entregado su vida en el derramamiento de sangre del padre Juan Miguel. Pero la otra parte, la más esperanzadora, la que nos llena de gozo es que Cristo dijo cuando entregaba su vida: ‘Tengo poder para darla y tengo poder para retomarla, y para vivir para siempre’. Esa es, hermanas, hermanos, nuestra esperanza. Cristo toma de nuevo esa vida para que el padre Juan Miguel viva y viva para siempre”.
Exigimos que se haga justicia
El señor Cardenal hizo una exhortación a las autoridades civiles para que esta situación llegue hasta el fondo de la verdad. “Les obliga impartir justicia, eso no lo dejamos de lado. Lo asumimos, lo reconocemos y lo exigimos”.
“Aun cuando desde la dimensión de nuestra fe, todas esas circunstancias que las instituciones humanas deben aclarar, nosotros las llevamos a otra dimensión que nos llena de consuelo, basados en la palabra de Dios, en medio del dolor, que nos llena de luz, en medio de la duda y de la confusión, que nos llena de esperanza, en medio de la impotencia ante un acontecimiento así.
“El día en que el padre Juan Miguel fue bautizado, fue marcado con el signo de la muerte de Cristo. Cuando el agua cayó sobre su cabeza en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, el padre Juan Miguel murió al mal, al pecado; el día de su bautismo él resucitó con Cristo a la vida nueva de hijo de Dios; él comenzó a ser hijo de Dios. Esa semilla de muerte que se sembró en él, llegó a su culmen el viernes, ese día murió a esta vida en plenitud.
“Pero igual, la semilla de vida y de resurrección que se sembró en él, culminó para él en Cristo. Ésta es la grandeza de nuestra fe cristiana, ésta es la fuerza de nuestra fe”.
No quedarse en el sufrimiento, pidió a los dolientes
“No podemos evitar llorar, no podemos evitar dolernos de la ausencia física de un ser querido. Pienso en sus queridos papás, en sus hermanos, en su familia, en sus compañeros, en todos ustedes, que lo conocieron, que lo trataron. No los invito a que no estén tristes, los invito a que en su dolor no dejen de mirar esta otra dimensión que nos da nuestra fe, basados en la palabra poderosa de Dios. Hay que llorar, por qué no, pero no nos quedemos ahí”.
Añadió que Dios puso todas las circunstancias, pues la semana anterior a su muerte el padre tuvo vacaciones y estuvo en casa conviviendo con su familia, en El Salvador.
“Terminadas sus vacaciones se reunió con sus compañeros a vivir la experiencia del retiro, de los ejercicios espirituales donde se reflexiona y se ora la palabra de Dios, donde se reconcilia uno, donde se retoman todos aquellos motivos que nos llevaron a decir sí, te seguiré Señor, y acabando de vivir esa experiencia, regresa a su parroquia para vivir esta otra experiencia.
“Cristo Nuestro Señor se preparó en la persona del Padre Juan Miguel para decir ‘Yo doy mi vida con él, y yo la vuelvo a tomar’. Esa es nuestra esperanza. Queremos que la muerte sea el camino para alcanzar la plenitud de la vida. Ese misterio se actualiza en cada Misa”, aseguró el señor Cardenal.
Al término de la celebración, el Cardenal José Francisco Robles Ortega transmitió el agradecimiento de la familia Contreras García a la comunidad católica que los ha acompañado físicamente y a través de la oración, particularmente agradeció la presencia de los cerca de 150 sacerdotes que concelebraron la Misa en presencia de la imagen de Nuestra Señora del Salvador.
Cabe recordar que el Padre Juan Miguel contaba con 32 años de edad, y estaba muy cercano a cumplir dos años de ministerio sacerdotal.
Al finalizar la Misa, el cuerpo del sacerdote fue llevado hacia su última morada.
“Nuestra oración debe ser una
fuerte plegaria de Justicia”.
“No debemos temer en
nuestra exigencia,
que debe ser para que quien
lo haya hecho se arrepienta”.
P. Juan Miguel
Contreras García
Nació el 27 de mayo de 1985, en El Salvador, Jalisco. Perteneció a la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en El Salvador, Jalisco (integrante del Decanto de Magdalena, Vicaría Episcopal del Señor Grande, de Ameca, y civilmente, al Municipio de Tequila).
El 15 de mayo de 2016, recibió el Orden Sacerdotal de manos del Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, junto con 30 compañeros Diáconos, que ese día fueron ungidos como sacerdotes. Ese mismo día fue nombrado Vicario Parroquial de San Antonio de Padua, en Tlajomulco de Zúñiga. El lema que escogió para iniciar su ministerio pastoral fue: “Señor, me has mirado con Misericordia y me has elegido”.
Su segundo destino fue la Parroquia de San Pío de Pietrelcina, Hacienda de Santa Fe, también en Tlajomulco.
Cumplan: Cardenal
Sandoval Íñiguez
El Cardenal Juan Sandoval Íñiguez consideró que la delincuencia se ha ido de las manos a las autoridades.
“Su obligación principal al asumir un cargo de gobierno es dar tranquilidad y seguridad al pueblo, es su obligación principal, la paz de la sociedad, que cumplan con su obligación, no le estamos pidiendo un favor… a los que ya están y a los que van a ser, pedirles que sean conscientes, que es su obligación y su deber, y si no lo van a cumplir, mejor que no se suban al tren”.
Dijo que es evidente una falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno y, prueba de ello, es la ola de violencia que viven todos los sectores del país.
“Les ha faltado voluntad y honradez; voluntad porque muchos no han querido hacerlo, y otros están coludidos con el crimen, ¿cómo le hacen?”.
Lamentó que estas fechas electorales provoquen vacíos en el servicio público que deben ofrecer las autoridades vigentes.
“Ya no atienden más que a ir recogiendo todo lo que quede por ahí, el año de Hidalgo, a destruir archivos y papeles que los comprometan para que no los juzguen, pero ya la administración y el servicio al pueblo viene mucho a menos los últimos meses”.
Gran compañero, amigo
y hermano sacerdote
Pbro. Carlos Alfredo Chávez B.
Los hechos acaecidos el pasado 20 de abril dejaron consternados a muchos amigos, compañeros y familiares del P. Juan Miguel Contreras García del cual, soy su compañero, hermano en el sacerdocio y amigo cercano. Por ello, he decidido escribir unas cuantas líneas para detallar la gran personalidad de mi hermano sacerdote.
Independientemente del “porqué” hayan ocurrido los hechos que nos lo han arrebatado, la gran personalidad del P. Mike, como la mayoría le decíamos, merece ser distinguida. Lo conocí cuando ingresé al Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Guadalajara en el año 2006. Originario de una ranchería llamada “Las Vírgenes”, municipio del Salvador, Jalisco.
Desde un principio se distinguió por ser un hombre muy trabajador, prueba de ello fue que en varias ocasiones ganó la beca en nuestro grupo al seminarista más servicial. Además, era un hombre humilde y de buen trato para toda la gente, cercano y con un gran carisma como seminarista y candidato al sacerdocio. En varias ocasiones, nos tocó ir a misionar a diferentes parroquias como: Madre Misionera en Alamedas de Zalatitán y Nuestra Señora del Rosario, ambas parroquias de Tonalá, Jalisco. Después como promotores vocacionales en Seminario de Ahualulco de Mercado, Jal. Recuerdo las caras sonrientes que causaba con sus comentarios, gestos, bromas y enseñanza a las múltiples personas que se acercaban a él. Un hombre de palabras amistosas para todo mundo, desde los más pequeños hasta los más grandes. Su personalidad hacía atractiva la vida del sacerdocio para los jóvenes.
El P. Miguel siempre fue una persona muy esforzada y entregada. Recuerdo que en varias ocasiones tuvo que viajar caminando desde su ranchería hasta el Salvador a pie, y desde el Salvador tomar un camión hacia Tequila, Jal. para después tomar otro hacia la ciudad de Guadalajara y al Seminario, decía: «con el sol pegándome en la pura cabeza». Pero la distancia no sería un obstáculo para que dejara su afán de superación personal y crecimiento espiritual. No cabe la menor duda, un ser humano de profundas convicciones y valores.
En el Seminario fueron muchísimas veces que, con otros compañeros, nos reuníamos en su habitación para estudiar mientras nos tomábamos un buen café y un pan -para mitigar el hambre voraz y canina que a esas horas solía dar-, porque el P. Mike era un hombre de estudio y de búsqueda del crecimiento intelectual; muy dado a la lectura de los libros, los cuales, en varias ocasiones nos juntábamos a leernos frases y pequeños relatos que nos hacían reír o reflexionar. Aunque era de condición humilde, no tenía miedo y sabía comunicarse bastante bien. Y recuerdo las obras de Teatro en las que llegamos a participar, causando pensamientos, carcajadas y entretenimiento en el público.
Grande fue nuestra sorpresa cuando decidió dejar el Semanario cuando estábamos en 3° de Teología, dejando un gran vacío insustituible en el grupo. A los 6 meses yo dejaría también el Seminario por razones semejantes. Ya en Guadalajara varias veces llegó a hospedarse en mi casa cuando tenía que regresar a la capital a arreglar asuntos personales y de su trabajo, motivo que incrementó nuestra gran amistad.
Poco tiempo después, regresé al Seminario y también él. Después fui Ordenado Sacerdote y él estaría presente en mi Cantamisa. Al año, aproximadamente, fue ordenado él y después concelebramos la misa juntos en el pueblo del Salvador, con gran alegría y regocijo. Seguimos en comunicación y visitándonos cuando ejercíamos en nuestras diferentes comunidades parroquiales, hasta el día 20 de abril, cuando nos despedíamos en la Casa de Ejercicios sacerdotales con la intención de juntarnos un día para comer y convivir.
Ahora, con lágrimas en mis ojos, sé que esa comida tendrá que esperar no sé cuánto tiempo. Estoy seguro que, el Padre Miguel está en las manos de Dios y que las personas que acabaron con su vida, sépanlo bien, él estará esperándolos en el Cielo, con un lugar para ellos al lado de Dios Nuestro Señor, pues, también conoció la Misericordia de Dios y sabe que su perdón alcanza para aquellos más desafortunados y alejados de su Amor. Muchas cosas y experiencias podría decirles de mi amigo, pero sólo he escrito éstas que puedo recordar, por lo ofuscados que están mi mente y mi corazón; espero con ellas poder ilustrar un poco la vida de mi hermano sacerdote.
Querido hermano, seguro que un día nos volveremos a ver, pues, para Dios todos estamos vivos, te abrazo y te voy a extrañar mucho. Con afecto tu amigo “Cuquito”…
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