En su carta semanal, el Prelado explica que Pentecostés “es la fiesta de la Iglesia, que celebra con gozo su ser comunidad reunida en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia que tiene como alma al Espíritu Santo y que se siente enviada por Cristo al mundo”.
“El gozo, la alegría es uno de los primeros frutos del Espíritu Santo en el corazón de quien le acoge. Y esa alegría es el principal impulso misionero, que mantiene viva a la Iglesia a lo largo de los siglos”, prosigue.
Tras recordar que el Papa Francisco habla hoy “continuamente del gozo y la alegría de ser discípulos del Señor resucitado y nos invita a ser discípulos misioneros”, el Obispo de Córdoba resaltó que es necesario tener en cuenta “la importancia hoy de un laicado organizado y bien formado, que impregne de Evangelio todas las realidades del mundo, donde viven los seglares”.
“La Iglesia se ha expandido a lo largo de los siglos por el testimonio de sus hijos, no por el proselitismo ni el marketing”, agregó.
El Obispo precisó que si no se sigue a Cristo “no podemos hacer nada. Es la unión con Cristo la que nos hace testigos ante el mundo de hoy. Y la misión viene como ese impulso interior a llevar a los demás lo que hemos visto y oído, lo que hemos experimentado al encontrarnos con el Señor, que ha cambiado nuestra vida”.
Ser “discípulos de Cristo y misioneros de su Evangelio en el mundo”, continuó, “es la tarea de la Iglesia en este momento histórico”.
“Miro el horizonte de nuestra diócesis y contemplo un laicado creciente que sigue a Cristo y lo testimonia en su vida. Es la hora de los laicos en la nueva evangelización. Ven Espíritu Santo, y renueva la faz de la tierra”, concluyó.
Puede leer la carta completa AQUÍ.
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