En una abarrotada Catedral de Piacenza, en el norte de Italia, el Cardenal Amato recordó este sábado 26 de mayo que las últimas palabras de la religiosa fueron “perdono, perdono, perdono”. “Las mismas palabras de Jesús cuando perdonó a quienes lo crucificaron: ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’. Estas palabras son la carta de identidad del mártir cristiano”.
Sobre la mártir perteneciente a las Misioneras de la Consolata, el Purpurado dijo que “el asesinato de inocentes es el susurro del espíritu del mal”. “Sor Leonella bañó con su sangre bendita la tierra somalí, que antes era un pacífico territorio de África oriental y que hoy es un lugar de desolación y muerte”, añadió.
El Cardenal explicó luego que en las últimas décadas han ocurrido varios asesinatos de líderes católicos como Mons. Salvatore Colombo, primer Obispo de Mogadiscio, fallecido en 1989. “Sor Leonella hace parte de este cortejo de benefactores de la humanidad pobre y necesitada, asesinados por odio a la fe cristiana”, agregó.
La hermana Simona Brambilla, Superiora General de las Misioneras de la Consolata, escribe en el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, que la guerra civil en Somalia, donde había una fuerte presencia del extremismo islámico, “obligó a las hermanas a un éxodo forzado en 1991, aunque quedó un pequeño grupo en el hospital S.O.S. Kinderdorf International” donde trabajaba la hermana Leonella.
“Las hermanas sabían que estaban en riesgo, pero cada una había decidido permanecer. El domingo 17 de septiembre de 2006, al final de las lecciones, la hermana Leonella salió de la escuela para volver a casa. Después de algunos pasos se oyó un disparo. Una bala la impactó. Intentó volver al hospital-escuela, pero fue baleada nuevamente y cayó al piso. Algunas personas la llevaron al hospital adonde llegó consciente”.
“Mi vida la he entregado al Señor y él puede hacer de mí lo que quiera, por esto no tengo miedo y confío en él”, dijo la Beata que poco a poco se fue agravando. “Perdono, perdono, perdono”, fueron sus últimas palabras antes de morir a la 1:45 p.m.
La hermana Leonella Sgorbati, nació en Rezzanello (Italia) en 1940. Entró a las Misioneras de la Consolata a los 23 años. Estudió enfermería en Inglaterra y fue enviada a Kenia.
En el año 2000 comenzó a formar enfermeras y parteras en el hospital S.O.S. Kinderdorf International de Mogadiscio, cuyo primer grupo se graduó en septiembre de 2006.
El sitio web de las Misioneras de la Consolata recuerda que ese mes “también llega a Somalia la noticia de los disturbios en el mundo musulmán por algunas palabras pronunciadas por el Papa Benedicto XVI en Ratisbona”.
El 12 de septiembre de 2006 Benedicto XVI pronunció su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona (Alemania), que los medios manipularon para presentarlo como una “ofensa” a los musulmanes.
En el discurso citó al docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo, cuando este dialogaba en 1391 con un persa culto en Ankara, la actual Turquía: “Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba”.
En su discurso, Benedicto XVI afirmó que “el emperador, después de pronunciarse de un modo tan duro, explica luego minuciosamente las razones por las cuales la difusión de la fe mediante la violencia es algo insensato. La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma”.
Según el semanario español Alba, fue la BBC de Inglaterra la que suscitó la violencia entre los musulmanes al publicar en sus ediciones en árabe, turco, parsi (Irán) y urdu (Pakistán) la noticia titulada: “El discurso del Papa excita la ira musulmana”. Si bien Benedicto XVI pidió disculpas por si alguien se sintió ofendido, no se retractó de lo que dijo.
Tras el asesinato de la hermana Leonella Sgorbati, Benedicto XVI envió un telegrama con sus condolencias a las Misioneras de la Consolata en el que deploró “firmemente toda forma de violencia” e hizo votos para que “la sangre derramada por una discípula tan fiel del Evangelio se convierta en semilla de esperanza para construir una auténtica fraternidad entre los pueblos, en el respeto recíproco de las convicciones religiosas de cada uno”.
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