Hace unos días hubo mucho revuelo en Estados Unidos con lo de la propuesta de una comisión de laicos que investigase a los obispos. Investigar, en este caso, conllevaba un juicio ulterior. Es algo lógico, no se investiga para seguir investigando y proseguir la investigación de forma indefinida. Lo de investigar suena muy bien. Pero lo de juzgar ya no sonaba tan bien. Yo me mostré en contra de tal comisión. Solo la Santa Sede debe juzgar a los obispos y lo hace con plenitud de jurisdicción.
Si la medida propuesta de la comisión era buena, ¿por qué no crear una comisión totalmente independiente que investigue y juzgue el obrar de los cardenales? ¿Y por qué no hacer lo mismo con el papa?
¿Y por qué no crear una comisión independiente (independiente de las comisiones) que vigile, posteriormente, a las comisiones papales y cardenalicias? En ese caso, si las comisiones son independientes, se trataría tan solo de buscar una comisión que sea independiente de la independencia ya existente.
Claro que, con el pasar del tiempo, sin duda, habrá algún traspiés en esa comisión supervisora de la comisión inferior, con lo cual sería conveniente crear un nivel superior solo encargado de juzgar y emitir informes acerca de la independencia de la comisión que juzga la independencia de la comisión papal y de la comisión cardenalicia.
Claro que sería un escándalo descubrir un día que la comisión independiente última está compuesta de budistas y miembros de la Nueva Era. La intención, al principio, podría ser la de luchar contra la pederastia, la corrupción monetaria, etc. Pero, al final, los pastores de la Iglesia, todos, podrían acabar juzgados por musulmanes e hinduistas o por los mismos enemigos de la Iglesia.
Publicar un comentario