Según un comunicado de prensa del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, se trata de “una primera contribución para el socorro de la población en esta fase de emergencia”; “una expresión del sentimiento de cercanía espiritual y de paterno apoyo por parte del Santo Padre”.
El tsunami se produjo después de la erupción del volcán Anak Krakatoa y el posterior desplome de sus laderas sobre el mar. De hecho, las investigaciones posteriores han revelado que el cráter del volcán ha descendido unos 200 metros y el tamaño de la isla sobre la que se asienta se ha reducido notablemente.
Además de las víctimas, cerca de 16 mil personas han debido ser evacuadas y realojadas en condiciones precarias. Muchas personas han perdido sus hogares y todas sus posesiones, y, debido a la gravedad de los daños en las infraestructuras y la dificultad de la reconstrucción, es poco probable que puedan regresar a corto plazo.
Indonesia, país del sudeste asiático formado por diversas islas entre el océano Índico y el Pacífico, se encuentra en el conocido como “cinturón de fuego”, una amplia región de gran actividad sísmica y volcánica que abarca casi todas las costas del Pacífico.
Durante el rezo del Ángelus del pasado domingo 23 de diciembre en la Plaza de San Pedro del Vaticano, pronunció unas palabras de solidaridad y cercanía hacia las víctimas, y pidió a todos los fieles congregados junto al Palacio Apostólico que se unieran a él en su oración por los fallecidos y heridos.
La cifra final de la ayuda económica aún no ha trascendido, pero se hará pública a lo largo de los próximos días.
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