El inicio de un nuevo año constituye una oportunidad para hacer proyectos de vida, fortalecer lo positivo o hacer grandes cambios para sacar de nuestra vida lo que es destructivo. Es fácil hablar, prometer, decir propósitos de Año Nuevo, pero lo difícil es ponerlos en práctica. Quizá por eso hay tantas personas que hacen buenos propósitos, pero nunca los ven realizados.
Lo fácil no cuesta trabajo, no exige constancia ni esfuerzo. Quizá por eso la mayoría de las personas buscan ese camino y se conforman con pocos resultados. Muchos buscan siempre lo más fácil, lo más cómodo, pero ese no es el camino del éxito ni del crecimiento.
Construir sobre arena es fácil. En estos días no faltan algunos cristianos que buscan el éxito de un nuevo año sólo haciendo oración el día último o el día primero, pero todo el año se olvidan de Dios. O quienes creen que siguiendo determinados rituales mágicos como comer las 12 uvas o vestir ropa interior roja, estará seguro y mejor el nuevo año.
Pero la Palabra de Cristo nos invita a esforzarnos, a exigirnos, a trabajar con entusiasmo y constancia, a buscar la sabiduría, a poner nuestra mirada en los valores duraderos y no sólo en las cosas pasajeras, a valorar lo terreno, pero sin dejar de cuidar lo espiritual.
Así como un arquitecto o ingeniero reflexionan y estudian de la mejor manera cómo van a construir una casa para que sea resistente, hermosa y duradera, así también el cristiano tiene que dedicar un tiempo para hacer un proyecto de vida. De acuerdo a sus proyectos, tendrá que marcar los pasos y etapas necesarias para que se conviertan en realidad. Las grandes cosas se van logrando poco a poco, pero se van evaluando constantemente.
Constancia
En una construcción no basta colocar la primera piedra. Después del entusiasmo inicial se tiene que continuar hasta el final. Es necesario vencer la pereza, el deseo de comodidad, y buscar la constancia para luchar con ella. Muchos inician un maratón, pero no lo terminan. Muchos inician un curso y lo dejan a medias. Muchos van la primera semana al gimnasio para desertar después. Muchos leen las primeras páginas de un libro, pero no llegan al final. Muchos inician la lectura de la Biblia para dejarla después abandonada. Sin constancia los propósitos se quedan en palabras o escritos.
Los sentimientos y las emociones son bonitos, pero muy fugaces. Cuando nos dejamos llevar por ellos podemos cometer graves errores. Por eso, al hacer los propósitos de año nuevo será necesario hacerlos con toda calma, buscar un tiempo de reflexión profunda, pidiendo la ayuda de Dios, preguntando a nuestros seres queridos en qué consideran que podríamos ser mejores o qué ven en nosotros que no sea lo mejor.
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