“Recemos juntos por todos aquellos que en la República Democrática del Congo sufren a causa de la violencia y del ébola. Deseo que todos se esfuercen en mantener un clima pacífico que permita un desarrollo de las elecciones pacífico”, fueron las palabras del Santo Padre antes de rezar un Ave María por esa intención.
Este país africano afronta hoy unas elecciones presidenciales decisivas de cuyo resultado dependerá el desarrollo de una transición democrática.
La República Democrática del Congo ha estado gobernada desde el año 2001 por el presidente Joseph Kabila, acusa de prácticas totalitarias y corrupción. Su mandato debería haber finalizado hace dos años, pero de forma repetida se negó a abandonar el poder.
Esa situación desencadenó una serie de protestas populares que fueron reprimidas con violencia.
Tanto los obispos congoleños como Mons. Montemayor han denunciado en numerosas ocasiones las violaciones contra los derechos humanos provocados por el ejército y el Gobierno.
El enfrentamiento llegó a su punto álgido el 31 de diciembre de 2017, cuando el ejército reprimió con gran violencia las protestas promovidas por el Comité Laico de Coordinación, para reclamar la dimisión del presidente Kabila.
En los enfrentamientos, los militares asediaron 134 iglesias, arrestaron a seis sacerdotes y asesinaron a cinco personas dentro de dos parroquias.
Además, desde el pasado mes de mayo, el país sufre un rebrote de la epidemia del ébola que, a diferencia de otras, a afectado a numerosas áreas urbanas. Según la Organización Mundial para la Salud ya se han detectado más de 400 casos de ébola en el país.
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