Lectura del santo Evangelio
Cuando el niño cumplió 12 años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca. Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. Él les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”. (Lc. 2, 41-52)
Reflexión
Al celebrar a la Fiesta de Sagrada Familia, veamos qué pasajes evangélicos nos presentan a los tres miembros. El primero es el relato del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo (cfr. Lc 2,16); esta escena continúa cuando san Mateo (2,11-13) nos narra la visita de los magos de oriente.
El siguiente pasaje que nos presenta a los tres miembros de la Sagrada Familia es la huida a Egipto (Mt 2,13-15); y un poco más adelante también está la circuncisión del niño en el Templo de Jerusalén (Lc. 2,27-35). La familia vuelve a aparecer en el texto de hoy, que se refiere a la visita al Templo de Jerusalén cuando Jesús tenía doce años (Lc 2,41-50). El pasaje nos da varias referencias a momentos claves de la vida del Señor Jesús, la más evidente es que lo buscaron por tres días (Jesús pasó en el sepulcro tres días); lo encontraron en el Templo, que es la casa de Dios (Jesús cuando resucitó se fue a la presencia del Padre).
Otro dato radica en que, teniendo sólo doce años, no era todavía el tiempo oportuno para dejar a la familia y cumplir su misión mesiánica. Años después, nos dice San Mateo, se fue a vivir a Cafarnaum. La última referencia a los tres juntos radica en el regreso a la vida cotidiana en Nazareth. (cfr. Lc 2,40.51-52).
El ministerio de Nuestro Señor está marcado por la ausencia de San José. La primera mención de la presencia de Jesús con su madre la tenemos en las Bodas de Caná donde ella intervino para que Jesús multiplicara el vino (Jn 2,1-12). San Marcos nos dice que los familiares de Jesús pensaban que el Señor estaba fuera de sí y fueron a buscarlo junto con su madre (Mc 3,20-21.31-35). En aquella ocasión Jesús aclaró que su madre y sus parientes eran todos aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. La última vez que aparecen Jesús y su madre juntos es en la crucifixión (Jn 19,25).
Jesús vivió una existencia donde la presencia familiar fue significativa. A nosotros, Dios nos ha dado una familia para que ésta sea igualmente significativa en ayudarnos a cumplir nuestra misión.
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