Narcisa de Jesús nació en Nobol, Ecuador, el 29 de octubre de 1832. Sus padres fueron Pedro Martillo Mosquera y Josefina Morán, una pareja de campesinos profundamente creyentes y sencillos. Ambos fallecieron cuando Narcisa era muy joven.
Desde los 15 años, Narcisa trabajó como costurera. Su gusto por ese hermoso oficio lo compartía con el gozo de aprender el catecismo y capacitarse para enseñárselo a otros. No pasaría mucho tiempo hasta que Narcisa se convirtió en una excelente catequista, primero de sus hermanos y luego de los niños de su vecindario. Por aquellos días también comenzó a leer sobre la vida de Santa Mariana de Jesús -santa quiteña- aprendiendo su espiritualidad, y enamorándose de la idea de la santidad.
En 1852, Narcisa se trasladó a Guayaquil y se hospedó en la casa de una familia muy conocida de la ciudad, que vivía junto a la catedral. Allí vivió por más de 15 años, dedicada a la oración, al trabajo manual y a la caridad, atendiendo a pobres y enfermos.
La joven Narcisa siempre se hizo de la ayuda de algún director espiritual, convencida de la importancia del recurso al consejo para acercarse más a Jesús. Tuvo, además, la oportunidad de vivir por breves períodos con la Beata Mercedes de Jesús Molina.
A principios de 1868 viajó a Lima, Perú, y allí continuó su vida como laica comprometida en el servicio de la Iglesia. En la capital peruana, vivió en la Casa de las Hermanas de la Orden Laical de Santo Domingo hasta el día de su muerte, a causa de unas fiebres, el 8 de diciembre de 1869, día de la Inmaculada Concepción. Después de su muerte, se reveló que Narcisa había hecho un voto privado de virginidad perpetua, de pobreza y obediencia. Además, había pasado años de intensa oración en clausura, con ayunos continuos, comunión diaria y, en general, de cercanía con los sacramentos.
Santa Narcisa murió a los 37 años en 1869. En 1955, sus restos fueron trasladados a Guayaquil y hoy se encuentran en Nobol, su pueblo natal.
Santa Narcisa de Jesús fue beatificada el 25 de octubre de 1992 por San Juan Pablo II. Para ser beatificada se le reconoció la curación milagrosa de Juan Bautista Pesantes Peñaranda, quien padecía cáncer terminal, en 1967.
El 12 de octubre de 2008 fue canonizada por el Papa Benedicto XVI. El milagro que consolidó su causa fue la sanación de una niña de 7 años, Edermina Arellano, que había nacido sin órgano genital. Los médicos a cargo del estudio del caso concluyeron que Edermina recibió en 1992 “la restitución completa del defecto anatómico, congénito, de manera imprevista, completa y duradera, científicamente inexplicable”.
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