Domingo V del Tiempo Ordinario







alucemondo“Brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”. Reflexión de Mons. Ruy Rendón para el domingo 09 de febrero 2014.


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“Brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.




Isaías 58,7-10

1Corintios 2,1-5

Mateo 5,13-16




Hoy, en día, parece que el mundo en que vivimos está sumergido en la obscuridad a causa de tanta maldad presente a nuestro alrededor: violencia, extorsiones, secuestros, asaltos, robos, injusticias, asesinatos, guerras, marginación, pobreza, impunidad, corrupción, tráfico de armas, ilegalidad, etc., etc., la lista podría extenderse aún más.


Esta situación contrasta con el plan que Dios tiene para nosotros los seres humanos. Dios quiere que seamos felices, que nos realicemos como personas, que siendo compartidos con los demás encontremos alegría y gozo en el dar más que en el recibir, que valoremos los bienes de la tierra no como fines sino como medios, que llevemos una vida fraterna y solidaria, que lo tengamos a Él como nuestro único bien verdadero; en fin, el plan de Dios es un plan de amor que culmina en la vida eterna en su presencia.


Ahora bien, nosotros los que creemos en Jesucristo estamos llamados a ser luz del mundo, llamados a iluminar a los demás, a transformar nuestros ambientes de obscuridad y de tinieblas para convertirlos en ambientes luminosos donde reine la paz y el amor: “Ustedes son la luz del mundo…, cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa… Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres…”. Tengamos en cuenta que, cuando una persona es bautizada, se le entrega una vela encendida y se le dice: “Recibe la luz de Cristo”, además se le recuerda que, siendo iluminado(a) por Cristo, debe caminar siempre como hijo(a) de la luz.


De dos maneras podemos nosotros vivir este llamado para ser luz del mundo:

Primero, como dice el profeta Isaías en la primera lectura, debemos quitarnos todo lo negativo que existe en nosotros: “No des la espalda a tu propio hermano”. “Renuncia a oprimir a los demás, destierra de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva…” . Cuando lavamos nuestro interior quitando el mal que tenemos y que nos daña a nosotros y a los demás, se cumple lo que Isaías afirma: “Entonces surgirá tu luz como la aurora… brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”.


La segunda forma de vivir esta vocación de ser luz del mundo, es haciendo el bien a nuestros hermanos, realizando buenas obras. La primera lectura, el salmo responsorial y el evangelio, así nos lo muestran: “Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo…”. “Quien es justo, clemente y compasivo…”. Cuando nosotros hacemos el bien, sembramos buena semilla en los demás, desencadenando así un efecto virtuoso; de esta manera, tarde o temprano, el bien triunfará sobre el mal que nos aflige y, como dice Jesús: “viendo los hombres las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.


Pidámosle a nuestro Señor en la Eucaristía de este domingo que “no nos cansemos de hacer el bien”, por amor a Dios y a nuestro pueblo. Amén.




+Ruy Rendón Leal

Obispo de Matamoros




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