This is the Christian couple burnt to death by a hate mob of over 600. This must shame the mainstream Pakistan pic.twitter.com/YYPa2tXujM
— Murtaza Ali Shah (@MurtazaGeoNews) noviembre 5, 2014
Sharif ha recalcado que un Estado responsable no puede tolerar que las turbas actúen al margen de la ley, al tiempo que ha pedido que se tomen medidas contra los responsables de los asesinatos, según ha informado la cadena de televisión paquistaní Geo TV.
La Policía paquistaní ha arrestado durante la jornada a 45 sospechosos del asesinato. La blasfemia es considerada un delito grave en el régimen musulmán conservador de Pakistán, donde aquellos que son acusados son objeto, en algunas ocasiones, de linchamientos.
Fear for Pakistan Christians after couple burnt to death for blasphemy http://t.co/ar5ntOxf6y pic.twitter.com/tTopSpcHz1
— The Australian (@australian) noviembre 6, 2014
Los medios locales han informado de que el matrimonio cristiano estaba acusado de quemar una copia del Corán y arrojarlo a la basura en la provincia de Punjab el pasado martes. La Policía ha dicho que sus cuerpos fueron quemados en la fábrica de ladrillos en la que trabajaban.
Las acusaciones por blasfemia, incluso cuando se llevan ante la justicia, pueden conllevar pena de muerte en Pakistán, de mayoría musulmana. Es complicado luchar contra ello ya que las leyes no definen claramente qué es la blasfemia. La presentación de la evidencia puede estar, en ocasiones, considerada como una infracción.
Los cristianos suponen alrededor del cuatro por ciento de la población paquistaní y suelen tener un perfil bajo en un país en el que los milicianos suníes atacan frecuentemente a los colectivos que consideran herejes, entre los que se incluyen los cristianos, los sufíes y los chiíes.
Locals burying the remains of a Christian couple lynched & burnt by a mob in Pakistan on alleged blasphemy charges pic.twitter.com/hPtbscp7TJ
— omar r quraishi (@omar_quraishi) noviembre 5, 2014
Todas las minorías que habitan en Pakistán consideran que el Estado no hace lo suficiente para defenderlos e, incluso, tolera la violencia contra ellos.
El mes pasado, un hombre británico que padecía una enfermedad mental y había sido sentenciado por blasfemia a principios de año, fue asesinado a tiros en su celda por un guardia de la prisión.
También en octubre, un jurado paquistaní confirmó la pena de muerte a una mujer cristiana, Asia Bibi, también acusada por blasfemia. Un caso que acaparó titulares de todo el mundo después de que dos reputados políticos que trataron de ayudarla fueran asesinados.
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