Mons. Elizalde propone un decálogo guadalupano al nuevo sacerdote diocesano



Mons. Elizalde propone un decálogo guadalupano al nuevo sacerdote diocesano









Trenque Lauquen (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Nueve de Julio, monseñor Martín de Elizalde OSB, ordenó sacerdote al diácono José Luis Rossi, a quien le propuso un decálogo guadalupano para ejercer su ministerio. La celebración eucarística de ordenación se llevó a cabo el pasado viernes 12 de diciembre, fiesta de la Virgen de Guadalupe, en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, de Trenque Lauquen. “Manteniéndote en la comunión de la Iglesia, en la obediencia y la sinceridad con tu obispo, en la armonía fraterna con tus hermanos sacerdotes, en la entrega esforzada a tu ministerio y en la apertura de corazón para escuchar y recibir a los más pobres y necesitados, cumplirás tu servicio sacerdotal con la disposición que la Iglesia espera de vos”, le recordó.



El obispo de Nueve de Julio, monseñor Martín de Elizalde OSB, ordenó sacerdote al diácono José Luis Rossi, a quien le propuso un decálogo guadalupano para ejercer su ministerio y destinó a la catedral Santo Domingo de Guzmán.

La celebración eucarística de ordenación se llevó a cabo el pasado viernes 12 de diciembre, fiesta de la Virgen de Guadalupe, en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, de Trenque Lauquen.




Al enumerar el decálogo, el prelado habló primero de “la llamada, suave pero firme, a recibir con atención a lo que viene de Dios” y luego “la conciencia de la misión recibida, que puede ser algo imprecisa, al comienzo, pero que se va precisando, y se vuelve exigente, y frente a la cual solo queda la respuesta de la generosidad, sin excusas ni costumbres adquiridas”.




Después se refirió a “la apertura para escuchar a los humildes”, “manifestarse con franqueza y fundarse en la verdad, para con uno mismo y para la comprensión de los demás”, “el respeto por el ministerio que nos es confiado y de la Palabra que debemos anunciar”, convencerse de que “la ordenación presbiteral implica aceptar el esfuerzo y conlleva sacrificios”, “mantener la fidelidad en la trasmisión del mensaje, sin desfigurarlo”, optar cotidianamente “por lo principal (Dios, los hermanos, la Iglesia) y nunca elegir lo personal y subjetivo”, “no perder nunca nuestra capacidad de asombro, pero sin espanto; renovar constantemente el agradecimiento, pero sin orgullo ni soberbia” y por último “mantener vivo el agradecimiento, con mucha alegría, porque llevar este mensaje, transforma, y nos identifica más con Jesucristo”.




Al dirigirse al neopresbítero, el obispo sostuvo: “tienes aquí algunas sencillas pautas para el ministerio. Encontrarás maestros verdaderos y buenos ejemplos, pero también están las tentaciones y las ilusiones. El ejemplo de los santos nos ilustra, ellos con su oración nos acompañan, intercediendo por nosotros, como lo hace en primer lugar la Santísima Virgen. Y manteniéndote en la comunión de la Iglesia, en la obediencia y la sinceridad con tu obispo, en la armonía fraterna con tus hermanos sacerdotes, en la entrega esforzada a tu ministerio y en la apertura de corazón para escuchar y recibir a los más pobres y necesitados, cumplirás tu servicio sacerdotal con la disposición que la Iglesia espera de vos, que tu familia – que te ha formado en la fe y te ha acompañado y acompaña en tu entrega a la Iglesia - valora y comprende como el estilo de la vocación que has elegido seguir con su apoyo y bendición”.




“Esta parroquia de Trenque Lauquen ha dado muchas vocaciones a la Iglesia, y no creo equivocarme si menciono al querido y recordado Padre Pedro, como el instrumento privilegiado para suscitar tantas respuestas, que esperamos seguirán siendo generosas, siguiendo su ejemplo, y que habrán de continuar en el tiempo”, destacó.




Por último, monseñor Elizalde le recordó al nuevo sacerdote que “esta referencia doble, insoslayable: todo procede del Misterio de Cristo, que elige y configura con Él a su ministro, y lo hace portador de su Palabra y del sacramento, pero que es enviado a los hombres, para que ellos también se abran a la gracia. No se es dueño, como no lo fue Juan Diego, sino apenas un servidor humilde, obediente, veraz, con una actitud moral que edifique y dando testimonio del Señorío del Resucitado, bajo la protección maternal de María Santísima, primera discípula de su Hijo”.+




Texto completo de la homilía







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