“Caminemos juntos, cuidémonos los unos a los otros. Cuídense entre ustedes. No se hagan daño. Cuídense. Cuiden a los niños, cuiden a los ancianos. Que no haya odio, que no haya peleas. Dejen de lado la envidia, no le saquen el cuero a nadie, dialoguen. Que entre ustedes este deseo de cuidarse vaya creciendo en el corazón”, subrayó citando las palabras que el Pontífice envió el 19 de marzo de 2013 a los argentinos reunidos en vigilia en la Plaza de Mayo por su elección.
El Prelado explicó en su homilía el sentido del tedeum y subrayó la raíz “cristiana y católica” de la Nación, al tiempo que agradeció al fallecido presidente Néstor Kirchner y a su esposa la actual primera mandataria el aporte de la Presidencia de la Nación para que el templo en honor a la Virgen patrona de los argentinos recupere “su esplendor original”.
“Hoy nuestro querido Santuario luce como en tiempos de su inauguración, cuando el 5 de octubre de 1930 se proclamó a la Virgen de Luján Patrona de las tres Repúblicas hermanas: Argentina, Uruguay y Paraguay”, valoró.
“Estos notables cambios los aprecia de inmediato el atento visitante no bien se ubica en la Plaza Belgrano, frente a la majestuosa Basílica, y el asombro se incrementa al ingresar al recinto sagrado, donde el espectáculo visual despierta en el alma de los peregrinos una sobrecogedora experiencia de belleza que aviva el sentimiento religioso al contemplar a la Sagrada Imagen de la Virgen rodeada de tan esplendorosa decoración, devuelta ahora a su estado original”.
En otro pasaje de su reflexión, Mons. Radrizzani consideró que en esta “nueva etapa de nuestro camino en la historia, siempre será oportuno cultivar la auténtica convivencia entre todos los argentinos” y alentó a promover iniciativas “más amplias y generosas a favor de todos, especialmente de los más pobres y desprotegidos, social y económicamente”.
“Hay que intensificar los esfuerzos de una promoción cultural y educativa de profunda raigambre humanística para la niñez y la juventud. Y volver a encarnar en nuestra vida diaria la cultura del trabajo honesto y abnegado en favor de la recuperación espiritual y material de todo el organismo social”, subrayó.
El Prelado dijo luego que es necesario "revitalizar la familia, la escuela, la universidad, las fuentes genuinas de trabajo, las libertades ciudadanas, incluidas las domésticas. Preservar los valores profundamente cristianos de nuestro pueblo".
Asimismo, animó a “una opción clara y firme por la recuperación del hombre y la sociedad argentina, sin más meta que el bien común de la Nación, superando las dificultades y consiguiendo el don inapreciable de la paz social”.
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