A propósito de Jubileo y Misericordia

Pensando en los niños

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Pbro. Carlos Javier Díaz Vega
Roma, Italia

Si se le dicen a un niño las palabras “tablet” , “IPhone”, “smartphone”, “cyber”, “usb”, “play station”, “cartoons” y otros muchos vocablos que últimamente han entrado en nuestro vocabulario común, el niño las identificará de inmediato con el objeto o la idea correcta. Pero si se le dice “Jubileo”, “Misericordia”, “Creación”, “Cultura del descarte”, “Puerta Santa”, “Indulgencia” y alguna otra del léxico ordinario de los cristianos y concretamente del Papa Francisco, difícilmente un pequeño sabrá explicar de qué se está hablando.
De las dos series de palabras, la segunda (las que comúnmente usa el Santo Padre) está en español. En cambio, la primera serie de palabras está en lengua extranjera y, sin embargo, los menores las comprenden mejor. ¿Por qué?, porque relacionan el término con algo concreto, con algo que quizá ven y usan todos los días.
El problema no está, entonces, en las palabras extranjeras o en su pronunciación, sino en su significación. Las palabras de la primera serie tienen un significado; es decir, expresan algo para el niño; en cambio, las otras, muchas veces son palabras vacías de significado. El asunto es, pues, llenar de significado las palabras Misericordia, júbilo/jubileo/jubilación, Indulgencia, ternura, etcétera.

DÓNDE Y CÓMO
Es en el hogar donde será mucho más fácil darle el concreto significado a estas palabras que quizá poco entienden ahora los chavalitos; es en la Catequesis Infantil semanal donde aprenderán ejemplos de la vida diaria con los cuales se llenen de contenido esas palabras; es en la vida de comunidad eclesial donde ellos aprenderán lo que en verdad significa misericordia, amor, perdón, caridad, fraternidad, oración, laico, adoración, Eucaristía, Confesión, matrimonio, Palabra de Dios, milagro, esperanza, santidad, Buena Nueva, Parroquia, Mandamientos, Iglesia, sacerdocio, y muchas otras bellas palabras que se usan cotidianamente dentro del ámbito eclesial.
Pero hay que tener mucho cuidado de que estas palabras representen lo que realmente son, pues existe también el riesgo de darles un significado equivocado o quizá ambiguo; por ejemplo, puede suceder que a un infante, cuando se le pregunta por Barcelona identifique la palabra con el Equipo de Futbol y no con la Ciudad; o si se le dice Chicharito identifique la palabra exclusivamente con el deportista y no con la verdura; o si se le dice Místico y Santo, inmediatamente piense en los luchadores, y no en el cristiano virtuoso lleno de Dios.
Aunque, ciertamente, el mismo riesgo lo tenemos los adultos cuando muchos identifican musulmán con terrorista; inmigrante con bandido; Navidad con fiestas y regalos; Iglesia con Jerarquía; Política con Legisladores; Seguridad Pública con Policías; Estado con Gobierno; Periodismo con Noticieros; Filosofía con estilo de vida; bienestar con dinero; libertad con libertinaje, etcétera.
En fin, no es tan sencillo como parece; pero, sin duda, viene a ser una tarea en la que los adultos debemos estar en primera línea platicando con los niños para entender lo que piensan, para colmar lo que falta y, así, hablar el mismo idioma, siempre aprendiendo y enseñando.

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