Santuarios del mundo
A partir de este Número, iniciamos un encuentro mensual en el que conoceremos santuarios y basílicas edificadas en diversas partes del mundo, como testimonio de la correspondencia de los hombres al Amor de Dios.
Y, en la certeza de que Jesús, hijo de Dios, se hizo hombre para salvarnos, encontramos, como prueba viva, muchos lugares donde sus pasos, sus palabras y sus obras, son presente, se palpan y se viven, como lo vivieron María, José y sus primeros seguidores.
Comenzamos, pues, esta serie con los Santuarios de Tierra Santa, y concretamente en Nazareth, donde “el Verbo de Dios se hizo carne”. Jn 1, 14
Dos son los santuarios que aquí visitaremos: La Basílica de La Anunciación y la Casa de La Sagrada Familia o Iglesia de San José.
Basílica de La Anunciación
San Lucas nos dice que el sexto mes, luego del anuncio de Juan el Bautista, “el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazareth” (Lc.1, 26). Nazareth era, sin embargo, mucho menos que un pueblo. La arqueología llevada a cabo allí por los Padres Franciscanos, Custodios de Tierra Santa, nos dice que entonces era una villa de cuarenta grutas-casas, no más. Lucas sabía más de lo que esta villa llegaría a ser, al momento de relatar el anuncio al que la Santísima Virgen, en su humilde casa, respondería: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc .1, 38).
La Basílica de La Anunciación que contemplamos hoy, es un magnífico templo de tres niveles, consagrada el 25 de marzo de 1969, en cuyo nivel inferior se encuentra la gruta-casa venerada, acompañada de ruinas que nos evidencian su culto desde los primeros siglos. Para construirla, fue necesario demoler en 1955 la anterior, de 1739, edificada por los Frailes Franciscanos, y que permitió a los arqueólogos leer en las piedras y antiguas construcciones la historia del lugar y encontrar vestigios de otras construcciones: los restos de una enorme basílica, del período de Las Cruzadas del Siglo XII, destruida en la invasión musulmana; una basílica bizantina del año 427, destruida por los persas, y otras ruinas que pertenecían a una arquitectura de culto sinagogal, propia de los pioneros judeo-cristianos de los primeros siglos.
Los datos aportados por la Ciencia, la Historia, la Arqueología, sobre estas edificaciones, coinciden con los relatos escritos por diversos peregrinos a través de los años. Pero, más importante aún, con escritos o grafitis del segundo y tercer siglos que, desde ya, indican una extraordinaria y cariñosa veneración a la Madre de Dios.
Casa de la Sagrada Familia
Una lápida circular en el sótano de esta Iglesia de San José nos recuerda que aquí, Él les estaba sujeto, obedecía a sus padres José y María, “Hic erat subditus illis” (Lc.2,51).
En efecto, bajo esta iglesia, a unos 100 metros de la Basílica de La Anunciación, se encuentra esta otra gruta-casa, marcada por la devoción de los primeros cristianos como la casa de San José, donde él habría recibido a su mujer, la Santísima Virgen, y Jesús habría tenido su hogar, a partir del regreso de Egipto.
Nos dice el Evangelista Mateo que María estaba desposada con San José cuando se encontró encinta por obra del Espíritu Santo, y que aquél, como era hombre justo, decidió repudiarla en secreto, sabiendo que el denunciarla sería una grande afrenta para ella. Pero, en sueños, el Ángel del Señor “Le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo que ha engendrado en ella es del Espíritu Santo” (Mt 1,20). Y “una vez que despertó del sueño, José hizo todo lo que el Ángel le había mandado, y la recibió en su casa” (Mt 1, 24).
En el nivel superior de esta edificación se encuentra la Iglesia franciscana de 1914, donde diversos grupos celebran la Eucaristía junto a una muy hermosa estatua de San José y el Niño Jesús. En el nivel inferior hay una sala donde los peregrinos pueden orar, recibir información y encontrar ruinas de las anteriores iglesias del año 400 o Iglesia de la Nutrición y del período cruzado (Siglo XII); y más abajo, la casa-gruta venerada a la que no puede accederse.
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