El Santo Padre ofreció la Eucaristía de este 8 de enero por el eterno descanso del Arzobispo Giorgio Zur, quien fue Nuncio Apostólico en Austria. Vivía en la Casa Santa Marta y falleció en la medianoche.
Citando las palabras de San Juan en la primera lectura, el Papa animó a amarnos “los unos a los otros, porque el amor” viene del Señor, y añadió que el apóstol explica “cómo se manifestó el amor de Dios” ya que “mandó al mundo a su Hijo unigénito, para que nosotros tengamos vida por medio de Él”.
“Este es el misterio del amor -afirmó- Dios nos amó primero. Él dio el primer paso”. Un paso “hacia la humanidad que no sabe amar”, que “necesita de las caricias de Dios para amar” y del testimonio de Dios. “Y este primer paso que Dios hizo es su Hijo: lo envió para salvarnos y dar sentido a la vida, para renovarnos, para recrearnos”, destacó.
Multiplicación de los panes
Posteriormente, el Papa se detuvo en el pasaje del Evangelio de San Marcos sobre la multiplicación de los panes y los peces. Explicó que Cristo lo hizo al sentir “compasión” por la gran muchedumbre que vio al bajar de la barca en el lago de Tiberíades, porque estaban solos “como ovejas que no tienen pastor”.
“El corazón de Dios, el corazón de Jesús se conmueve, y ve, ve aquella gente, y no puede permanecer indiferente. El amor es inquieto. El amor no tolera la indiferencia. El amor tiene compasión. Pero compasión significa poner el corazón en juego; significa misericordia. Jugar el corazón proprio por los otros: esto es el amor. El amor es poner el corazón en juego por los otros”, afirmó.
El Santo Padre explicó que además Jesús enseñó muchas cosas a la gente y a los discípulos “con amor y compasión”, y alertó sobre la indiferencia.
“A los discípulos no les interesaba la gente: les interesaba Jesús, porque lo querían. No eran malos: eran indiferentes. No sabían qué era amar. No sabían qué era la compasión. No sabían qué era la indiferencia. Han tenido que pecar, traicionar al Maestro, abandonar al Maestro, para entender el núcleo de la compasión y de la misericordia. Y Jesús, la respuesta es aguda: ‘Ustedes mismos denles de comer’. Hazte cargo de ellos. Esta es la lucha entre la compasión de Jesús y la indiferencia, la indiferencia que se repite en la historia siempre, siempre… tanta gente que es buena, pero que no entiende las necesidades de los otros, no es capaz de la compasión. Es gente buena, quizá porque no ha entrado el amor de Dios en su corazón o no lo han dejado entrar”, señaló el Papa.
El contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia
En su homilía, el Papa afirmó que “el amor de Dios va siempre en primer lugar, es amor de compasión, de misericordia” y reconoció que es verdad que el contrario del amor es el odio, pero dijo que mucha gente no odia conscientemente.
“Lo opuesto más cotidiano al amor de Dios, a la compasión de Dios, es la indiferencia: la indiferencia. ‘Estoy satisfecho, no necesito nada. Tengo todo, tengo asegurada esta vida, y también la eterna, porque voy a Misa todos los domingos, soy un buen cristiano’ pero, saliendo del restaurante miro a otro lado”, advirtió.
Por ello, el Santo Padre animó a pensar en “Dios que da el primer paso, que tiene compasión, que tiene misericordia, y tantas veces nosotros, nuestra actitud es la indiferencia”.
Por este motivo, el Papa rezó al Señor para que “cure la humanidad, comenzando por nosotros”, que mi corazón sane de esta enfermedad que es la cultura de la indiferencia”.
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