Manuel Cubías – Ciudad del vaticano
Lucero Guillén expresando su sentir sobre el recién finalizado Sínodo Especial para la Amazonía, utilizó una comparación: “la sociedad es como el cuerpo que se sostiene con dos piernas. Entonces si falta una, cojea. Es importante que las dos estén bien para que pueda avanzarse mejor, simplemente eso. Como iglesia también nos falta eso”.
Para la misionera, el sínodo significa avance, “pero hay que avanzar un poquito más”. Recuerda que “las normas las hacemos los seres humanos y tengo muchas ganas de que podamos sentirnos unidos en esos espacios donde parece que las mujeres todavía no podemos entrar. ¡Ojalá que podamos entrar!
Trabajo femenino en Yurimaguas
Para la población amazónica, la presencia de la Iglesia al lado de ellos les da mucha fuerza y esperanza: “Esperan que la iglesia se pronuncie con temas que duelen en la población y en los territorios”.
En este contexto, Lucero Guillén considera que “Las mujeres dentro del vicariato, siempre hemos estado en aquellas cosas menores: mirando la salud de la gente, las enfermedades, cuando se muere la gente, que si la escuela, que si los niños, un montón de cosas… y luego asumiendo los problemas de las personas”. Para ella, la actitud del obispo ha sido de respeto e insistió: “El trabajo humilde, sencillo, lo hacemos con mucho gusto” (…) pero, “¿Cómo hacer que la Iglesia sea mucho más participativa, más abierta, y donde todos nos sintamos en igualdad de condiciones para desarrollar o desplegar una serie de acciones?”
Avanzar: más apertura para más participación
Lucero insiste en el acercamiento a la realidad desde el hecho de sentirse madre, no sólo de hijos biológicos, sino del hecho que “uno lleva en el alma a la población, al pueblo. Por eso, cuando suceden situaciones duras uno se pone al frente. Esto permite tener un conocimiento amplio de todo”.
Recuerda aquellas responsabilidades que ya realiza: “llevamos la Eucaristía, el Cuerpo del Señor a los pueblos, pero no podemos consagrar; escuchamos a la gente, pero no podemos confesar”. En las comunidades también se repite este hecho, afirma: “¿Quiénes participan en la asamblea comunitaria? Los varones, ¿Quiénes toman las decisiones? Los varones. Como Iglesia creo que debe haber alguna mayor apertura, para que haya mucha más participación”.
El camino sinodal me ha enriquecido
Lucero subraya que el proceso sinodal ha sido una inversión de tiempo y esfuerzos, pero esto no le ha afectado negativamente, “sino que me ha enriquecido igual que a los otros misioneros (…) Ha sido un tiempo en que nos hemos encontrado con mucha gente, agentes comunitarios, líderes y misioneros. Fue un espacio para compartir, conocernos y saber que estamos en la misma mirada”. Y subraya que la gente espera que la Iglesia se pronuncie sobre temas que le duelen a la población, a las comunidades, pues esta palabra los reconforta.
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