En una extensa entrevista concedida al diario La Tercera y publicada el domingo 2 de noviembre, el Purpurado chileno respondió a diversas interrogantes sobre los sacerdotes jesuitas Felipe Berríos, José Aldunate; y el presbítero diocesano Mariano Puga, cuyo caso generó una ola de críticas en los medios y en las redes sociales contra el Cardenal mientras él se encontraba en el Vaticano participando del Sínodo de la Familia.
El Arzobispo de Santiago, que el año pasado fue reelegido como presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, dijo en la entrevista que “lo primero que quisiera decir es que lamento mucho que por una serie de desinformaciones, se haya generado un clima tan beligerante. Con total franqueza he negado mi participación en los hechos. Nada más lejos de lo que, como pastor, deseo para nuestra comunidad”.
El Cardenal hizo esta declaración al explicar que, como reconoció el mismo Mariano Puga, él no ha iniciado ningún proceso en el Vaticano contra los tres citados sacerdotes.
El Arzobispo explicó luego que él mismo ha conversado en diversas ocasiones con estos tres presbíteros luego de algunas de sus declaraciones. Además y como se recuerda, en el caso de Felipe Berríos su superior jesuita pidió perdón públicamente el año pasado por varias de sus opiniones contrarias a la enseñanza de la Iglesia.
En 2013, Berríos señaló que la Iglesia "ha lucrado creyéndose la dueña de la salvación", criticó a los obispos acusándolos de no ser “capaces de jugársela por los que sufren" y afirmó que el Papa San Juan Pablo II “hizo un gran daño la Iglesia”.
En junio de este año, Berríos expresó su apoyo a las uniones del mismo sexo, al afirmar que “a mí los homosexuales y las lesbianas me están diciendo que la sexualidad es mucho más profunda todavía que la de entre un hombre y una mujer”. También se refirió a la defensa de la vida como un asunto opinable, dejando las puertas abiertas a la despenalización del aborto, un tema que está en la agenda del actual gobierno.
En la entrevista con La Tercera, el Cardenal Ezzati dijo que “es cuando se tocan aspectos propios de un sacerdote, y que éste debe enseñar, porque habla en nombre de la Iglesia y del Evangelio, cuando uno debe ser fiel. Y, naturalmente, hay gente que se escandaliza cuando un sacerdote no manifiesta con claridad la enseñanza de Jesús y de la Iglesia”.
“El aborto, por ejemplo, es una materia doctrinal. Uno puede matizar ciertas cosas, pero esta es la supresión voluntaria de la vida humana. Hay temas en los que no puede haber matices”, precisó.
El Arzobispo de Santiago de Chile explicó asimismo que “cada sacerdote, fiel a la vocación que ha recibido, es un don de Dios para la Iglesia y la sociedad. A quien debe adherir el presbítero, con todo el corazón y toda la inteligencia, es a Jesucristo”.
“El día de su ordenación presbiteral, el sacerdote, poniendo sus manos en las del obispo, promete obediencia y respeto. Es un signo que expresa compromiso mutuo: de parte del sacerdote, que confía su camino en las manos de su obispo, y de parte del obispo, que lo acoge con afecto y responsabilidad, dispuesto a dar la vida por él”, concluyó.
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