Mons. Arancedo destaca la importancia del servicio en las funciones del Episcopado



Mons. Arancedo destaca la importancia del servicio en las funciones del Episcopado




El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, celebró hoy la misa de apertura de la 108 Asamblea Plenaria, que tendrá carácter electivo, y señaló que este hecho hace "al camino institucional de nuestra responsabilidad y afecto colegial al servicio de la Iglesia en la Argentina".

"Somos pastores que hemos recibido una misión personal al frente de nuestras Iglesias, pero también, como miembros de la Conferencia Episcopal, tenemos una tarea más amplia que reclama de nuestra presencia. ¡Qué el Espíritu del Señor oriente nuestro discernimiento en el cumplimiento de este acto al que estamos llamados a participar en nuestro servicio pastoral!", recordó en la capilla de la casa de retiros El Cenáculo-La Montonera, de Pilar.




El prelado santafesino subrayó que "todo acto electivo en la Iglesia es un colaborar desde nuestro conocimiento y decisiones en la obra del Señor. Él cuenta con nuestra libertad, nuestra disponibilidad y espíritu colegial en la búsqueda del bien de su Iglesia".




Texto de la homilía




Con la celebración de esta eucaristía iniciamos nuestra 108° Asamblea Plenaria en la memoria



de san León Magno, Papa y doctor de la Iglesia. Su vida, su doctrina y ministerio han marcado



el camino de la Iglesia en tiempos de definiciones cristológicas y de afianzamiento eclesial. En



la palabra de León la Iglesia reconocía la voz de Pedro, y en ella la promesa de la asistencia del



Espíritu Santo. La celebración de su memoria nos mueve a renovar nuestra fe y comunión con



la persona y el ministerio del Santo Padre, a quién el Señor le dijo en Pedro: “pero yo he



rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus



hermanos” (Lc. 22, 32).



En el evangelio de san Lucas que hemos proclamado los apóstoles, luego de escuchar a Jesús



hablarles de corrección fraterna: “Si tu hermano peca, les dice, repréndelo, y si se arrepiente,



perdónalo”, le piden al Señor: “Auméntanos la fe” (Lc. 17, 3-5). La realidad del perdón es parte



central del evangelio de la gracia. ¡Qué difícil es comprender y vivir esta dimensión del perdón



sin una mirada de fe que nos introduce en la vida de Dios y nos descubre como hermanos! Es



comprensible, por ello, el pedido de los apóstoles al Señor “auméntanos la fe”, para poder vivir



la palabra de corrección fraterna, de perdón y reconciliación. Esta es una página central del



evangelio de Jesucristo que: “ha derribado (en su persona) el muro de enemistad” que



separaba a los hombres (Ef. 2, 14).



En nuestro “Camino Hacia el Bicentenario en Justicia y Solidaridad” decíamos que la Patria



necesita, aún: “Avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo. Una



amistad social que incluya a todos, afirmábamos entonces, es el punto de partida para



proyectarnos como comunidad, desafío que no hemos logrado construir en el transcurso de



nuestra vida nacional” (33). Trabajar al servicio del encuentro y la reconciliación de los



argentinos es expresión de fidelidad al evangelio de la verdad y la vida, de la justicia y la paz. Es



necesario favorecer en nuestros pueblos, recuerdo que decíamos en Aparecida: “todos los



gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social” (535).



Participamos, en esta ocasión, de una Asamblea Electiva de la Conferencia Episcopal. Este



hecho hace al camino institucional de nuestra responsabilidad y afecto colegial al servicio de la



Iglesia en Argentina. Somos pastores que hemos recibido una misión personal al frente de



nuestras Iglesias, pero también, como miembros de la Conferencia Episcopal, tenemos una



tarea más amplia que reclama de nuestra presencia. ¡Qué el Espíritu del Señor oriente nuestro



discernimiento en el cumplimiento de este acto al que estamos llamados a participar en



nuestro servicio pastoral! Todo acto electivo en la Iglesia es un colaborar desde nuestro conocimiento y decisiones en la



obra del Señor. El cuenta con nuestra libertad, nuestra disponibilidad y espíritu colegial en la



búsqueda del bien de su Iglesia. Dios y nosotros, nunca nosotros y Dios. Él actúa con los dones



de su Espíritu a través de nuestra inteligencia y docilidad. Somos conscientes de nuestros



límites, diversidad de acentos y opiniones, pero en el mismo amor y servicio a la Iglesia. Esto



enriquece nuestro camino de participación, comunión y servicio eclesial.



Nos hace bien, por ello, volver nuestra mirada de fe a esa oración con la que invocamos al



Espíritu Santo al comienzo de nuestras reuniones: “Adsumus, Domine, Sancte Spiritus. Ven a



nosotros, quédate con nosotros. Entra en nuestros corazones. Haznos ver lo que debemos



hacer. Muéstranos hacia dónde debemos caminar. Lleva a su plenitud lo que debemos realizar.



Tú sólo, sé nuestro inspirador. Sólo tú el autor de nuestros juicios…... Únenos eficazmente a Ti,



por el único don de tu gracia para que seamos uno en Ti y en nada nos apartemos de la



verdad…”.



Quiero compartir, finalmente, el gozo con el que participé en Roma de la reciente beatificación



de Pablo VI, al recordar que fue nuestra Conferencia Episcopal la que presentó ante la Santa



Sede el pedido de inicio de la causa de su beatificación. Con cuánta gratitud a Dios pudimos



ver y, en mi caso, participar en este acto. Su persona, su palabra y el testimonio de su



pontificado, fueron un camino providencial en los trabajos y los frutos del Concilio Vaticano II.



Benedicto XVI, retomando las palabras de san Juan Pablo II, en su Carta apostólica “Porta



Fidei”, sentía el deber: “de indicar al Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se ha



beneficiado en el siglo XX, y concluía, es una brújula segura que se nos ha ofrecido para



orientarnos en el camino del siglo que comienza”. ¡Vivamos la beatificación de Pablo VI, como



testimonio y signo de la riqueza del Concilio Vaticano!



Pongamos a los pies de María Santísima, Nuestra Madre de Luján, los trabajos de esta 108°



Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino.




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