Oh Cristo crucificado y victorioso, tu Vía Crucis es la síntesis de tu vida, es el ícono de tu obediencia a la voluntad del Padre, es la realización de tu infinito amor por nosotros pecadores, es la prueba de tu misión, es el cumplimiento definitivo de la Revelación y de la historia de la salvación. El peso de tu cruz nos libera de todos nuestros yugos.
En tu obediencia a la voluntad del Padre nos damos cuenta de nuestra rebelión y desobediencia. En ti vendido, traicionado y crucificado por tu gente y por los que te son queridos, vemos nuestras traiciones cotidianas y nuestras infidelidades frecuentes. En tu inocencia, Cordero inmaculado, vemos nuestra culpa. En tu rostro abofeteado, escupido y desfigurado vemos toda la brutalidad de nuestros pecados.
En la crueldad de tu Pasión vemos la crueldad de nuestro corazón y de nuestras acciones. En tu sentirte “abandonado” vemos a todos los abandonados por los familiares, por la sociedad, por la atención y la solidaridad. En tu cuerpo despojado, malherido y arrastrado vemos los cuerpos de nuestros hermanos abandonados en las calles, desfigurados por nuestra negligencia y nuestra indiferencia.
En tu sed, Señor, vemos la sed de Tu Padre misericordioso que en Ti ha querido abrazar, perdonar y salvar a toda la humanidad. En Ti, divino amor, vemos aún hoy a nuestros hermanos perseguidos, decapitados y crucificados por su fe en Ti, ante nuestros ojos o con frecuencia con nuestro silencio cómplice.
Imprime Señor en nuestros corazones sentimientos de fe, esperanza, caridad, de dolor de nuestros pecados y ayúdanos a arrepentirnos de nuestros pecados que te han crucificado. Llévanos a transformar nuestra conversión hecha de palabras en conversión de vida y obras. Haznos custodiar en nosotros el recuerdo vivo de tu Rostro desfigurados, para no olvidar nunca el inmenso precio que has pagado para liberarnos.
Jesús crucificado, refuerza en nosotros la fe que no cede a las tentaciones, reaviva en nosotros la esperanza que no se desvía siguiendo las seducciones del mundo, custodia en nosotros la caridad que no se deja engañar por la corrupción y la mundanidad. Enséñanos que la Cruz es el camino a la Resurrección.
Enséñanos que el Viernes Santo es el camino hacia la Pascua de la luz, enséñanos que Dios no olvida nunca a ninguno de sus hijos y no se cansa nunca de perdonarnos y de abrazarnos con su infinitita misericordia y enséñanos también a no cansarnos nunca de pedir perdón y de creer en la misericordia sin límites del Padre.
Alma de Cristo, santifícanos
Cuerpo de Cristo, sálvanos
Sangre de Cristo, embriáganos
Agua del costado de Cristo, lávanos
Pasión de Cristo, confórtanos
Oh buen Jesús, óyenos
Dentro de tus llagas, escóndenos.
No permitas que nos apartemos de ti.
Del enemigo, defiéndenos
En la hora de nuestra muerte, llámanos
Y mándanos ir a Ti
Para que te alabemos con tus santos
Por los siglos de los siglos, amén.
Luego de concluir la oración, el Papa dijo: “ahora volvamos a casa con el recuerdo de Jesús y de su Pasión, su gran amor y también con la esperanza de su feliz resurrección".
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