“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.María Teresa González Maciel
Y resulta que, sin merecerlo, el hombre se ve bendecido por la presencia de Dios mismo. Ese Dios que se hace hombre para colmarnos de su Gracia y bendiciones.
María es el mejor ejemplo de cómo recibir a quien viene en nombre del Señor. Ella, con su alma inmaculada, virginal, dócil, transparente, abre su corazón para recibirlo.
Ella acepta el Plan que Dios le tiene en su vida. Se deja guiar por Él para ser el canal que nos trae a Jesús como Salvador.
¿Y cómo llega el Redentor y qué nos ofrece?
Ese Jesús Niño llega frágil para fortalecernos en los momentos de oscuridad, de prueba.
Llega indefenso para defendernos ante cualquier adversidad.
Este Niño llega puro, inocente para limpiarnos de todas las inmundicias.
Jesús llega Santo para rescatar al pecador.
Inocente, para derribar la malicia del hombre.
Necesitado, para colmar todas nuestras carencias, vacíos.
Viene con alegría para transformar nuestras lágrimas en gozo.
Nace en un lugar frío, para calentar nuestros corazones con su Amor.
Viene desnudo para revestirnos con la dignidad de hijos de Dios.
Es el Dios Amor que viene a desterrar los odios y enseñarnos la Misericordia y el perdón.
Viene con certezas, para aclarar nuestras dudas, inseguridades y miedos.
Viene como luz, para sacarnos de la ceguera espiritual.
Viene pobre, para colmarnos de todas las riquezas.
Viene humilde, para desterrar la soberbia, la dureza de corazón.
Viene como Camino, para evitar que nos desviemos del Bien.
Viene como Verdad, para liberarnos de la esclavitud de la mentira.
Viene como Vida, para sacarnos de la muerte que provoca el dejarnos guiar por las pasiones, los instintos.
Modelo infalible
Algunas personas, teniendo estas riquezas a la mano, optan por vivir con sus propios recursos, según su peculiar estilo de vida, dejándose guiar por las pasiones, miedos, orgullo, vacíos, dolor, visión. No permiten que el resplandor de Dios nos ilumine para encontrar los caminos de paz y armonía.
Todas las familias estamos llamadas a vivir como María, abiertas a la presencia de Dios, a dejarnos conducir por el Espíritu Santo, que es el único capaz de llenar de luz nuestros hogares para que, a pesar de las enfermedades y problemas se logre vivir en armonía con la paz y el gozo de la presencia de Jesús.
Como María, saber mirar con ojos de misericordia nuestras flaquezas y las de los demás, confiando en que Jesús es el único capaz de transformarlas, viviendo el amor, el perdón la comprensión a nosotros mismos y a nuestros hermanos.
Como María, vivir una vida de solidaridad, amistad, servicio, delicadeza, ternura, detalles, entrega, sentido del humor, respeto, valoración de cada miembro de la familia, trabajo, compromiso, responsabilidad, sencillez, madurez, armonía.
Dejemos que Jesús llegue a nuestros hogares. Preparemos nuestro corazón para dejar que Él sea nuestro Director y guía. Permitamos que Él, que hace nuevas todas las cosas, transforme nuestra vida, nuestros hogares, nuestra sociedad, nuestro país… nuestro mundo.
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