Las Escrituras dan testimonio de Cristo

1Juan López Vergara

El Evangelio que nuestra madre Iglesia dispone para el Domingo de Resurrección, revela el estrecho vínculo entre las Escrituras y el acontecimiento pascual del Señor, al extremo de convertirse éste último en la clave de su comprensión y las Escrituras en imprescindible espejo para la lectura del evento (Jn 20, 1-9).

El día del Señor
Los relatos de la resurrección en el evangelio de Juan inician especificando que: “El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magadalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba” (v. 1). Los discípulos convirtieron este día, en el “Día del Señor”, porque en él aconteció el suceso más importante de nuestra fe cristiana (compárese Ap 1, 10).
El temor hizo presa de María Magdalena, quien al ver la tumba vacía se echó a correr llevando la noticia a Simón Pedro y al discípulo amado: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” (v. 2). Ella emplea el significativo título cristológico: “El Señor”, que expresa la inefable soberanía de Jesús (compárese Flp 2, 10-11).

“Leer la Escritura es pedir consejo a Cristo”
Pedro y el discípulo a quien Jesús quería salieron corriendo para ver lo ocurrido (véase v. 3). El último llegó primero, pero no entró, sino que aguardó a Pedro (véanse vv. 4-5). El discípulo amado reconoce así la preeminencia de Pedro (v. 5: compárese con Jn 21, 15-17). Pedro descubre no sólo los lienzos como ocurriera al discípulo amado, sino también el sudario que estaba plegado en un sitio aparte (compárense vv. 6-7 y el v. 5). Después, el discípulo a quien Jesús quería también ingresó: “vio y creyó” (v. 8).
El evangelista no cita ningún texto concreto, pero invita a dar lectura al acontecimiento pascual a través de las Escrituras (v. 9: compárese con Lc 24, 27.32.44-45), pues en ellas encontramos el proyecto de Dios, que tiene su expresión máxima y definitiva en la persona del Señor Jesús: “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo el universo” (Hb 1, 1-2).
El evangelista explica que “hasta entonces no habían entendido las Escrituras según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos” (v. 9). En el Catecismo joven de la Iglesia Católica, un libro precioso, escrito pensando en nuestros jóvenes, se cita a San Francisco de Asís, a quien se presenta como “el mayor cristiano después de Cristo”, que nos dice: “Leer la Escritura es pedir consejo a Cristo” (Youcat. México, Dabar-Encuentro, México, D. F 2012, pág. 24).

Un esperanzador signo de nuestro tiempo
Queremos, justo, en el Domingo más importante del año, reconocer y, sobre todo, agradecer de todo corazón al Señor de la Vida, por un gozoso y esperanzador signo de nuestro tiempo, en particular de la Iglesia en Guadalajara, como es la existencia del Instituto Bíblico Católico, donde estudiamos con renovada ilusión las Escrituras. El cardenal Carlo María Martini escribió: “Podemos ver en los santos un reflejo del resplandor de Cristo” (Guías en tiempos difíciles. Perfiles de grandes maestros del espíritu, Sal Terrae, Maliaño (Cantabria) 2016, pág. 70). Por lo cual citamos a San Jerónimo quien asegura que: “Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”. Las Escrituras son fuente de vida, porque nos transmiten la Palabra de Dios, convencidos de lo revelado por el propio Jesús, quien asegura: “Ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn 5, 39).

Etiquetas:

Publicar un comentario

[blogger][facebook]

Agencia Catolica

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets