Al finalizar la Audiencia General de este miércoles 15 de mayo, el Santo Padre pronunció un mensaje en el que señaló que “estoy muy preocupado y dolido por el empeoramiento de las tensiones en Tierra Santa y en Oriente Medio, y por la espiral de violencia que nos aleja cada vez más del camino de la paz, del diálogo y de las negociaciones”.
“Expreso mi gran dolor por los muertos y por los heridos, y permanezco cercano con la oración y el afecto a todos aquellos que sufren. Repito que el uso de la violencia jamás llevará a la paz. La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia”.
Asimismo, invitó “a todas las partes involucradas y a la comunidad internacional a renovar su compromiso para que prevalezcan el diálogo, la justicia y la paz”.
Tras rezar un Avemaría el Papa exclamó: “Dios tenga piedad de nosotros”.
El Santo Padre se solidarizó así con los fallecidos y los heridos en los violentos choques producidos esta semana en la franja de Gaza, Palestina, entre manifestantes palestinos y soldados israelíes.
El pasado lunes 14 de mayo, al menos 60 palestinos perdieron la vida y otros 2000 resultaron heridos después de que el ejército israelí abriera fuego contra manifestantes que protestaban de forma violenta por el traslado de la embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv hasta Jerusalén.
Este hecho, que los palestinos consideran ofensivo, pues reclaman Jerusalén como capital del futuro Estado palestino, se produjo, además, coincidiendo con las celebraciones del 70 aniversario de la creación del Estado de Israel.
Aunque Israel trasladó todas sus instituciones políticas a la ciudad de Jerusalén en el año 1967, en que se anexiona la ciudad hasta entonces bajo soberanía jordana, la comunidad internacional sólo reconoce Tel Aviv como su capital. De hecho, hasta el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, todas las embajadas internacionales se encontraban en Tel Aiv.
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