Siguiendo el post de ayer, la posibilidad de que, entre los años 50 y 70, las poblaciones de más países hubieran caído bajo regímenes comunistas, como lo hicieron Cuba o Nicaragua, fue una posibilidad real. Bolivia, El Salvador, Colombia, entre otros, tuvieron que luchar denodadamente para no ser arrastrados a ese cráter oscuro que, cada año, se hacía más grande desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Mucha gente, hoy día, no cree en la famosa Teoría del dominó, pero vaya si el Kremlin creía en ella. Creía poniendo dinero y hombres en el tablero. Sin ninguna duda, el mundo tiene una deuda muy grande con Estados Unidos. Esa democracia se erigió en defensora de la libertad. Hicieron muchas cosas malas, execrables, en esa lucha a nivel mundial y extendida durante décadas. Pero el balance final fue arrolladoramente positivo.
Si la caída de Cuba provocó tan graves problemas geopolíticos e implicó la necesidad de gastar cantidades fabulosas de capital para contrarrestar las guerrillas, uno se pregunta qué hubiera pasado si en España se hubiera consolidado un régimen comunista antes de la Segunda Guerra Mundial. España hubiera sido la Cuba de Europa, pero mucho peor. El escenario del continente hubiera cambiado. No solo eso, si el trasiego de propaganda hubiera hecho caer a Portugal en el marxismo, eso hubiera significado la infiltración comunista sus colonias, lo mismo que la colonia española de Guinea.
A veces la gente se queja de que Dios no hace nada. Pero, algún día, Dios nos mostrará cuántas cosas hubieran ocurrido si Él no llega a intervenir. Cuántas cosas habrá parado la oración y no lo sabemos. Un planeta en el que la mitad de la superficie estuviera dominada por regímenes comunistas hubiera sido una situación espantosa. Un mundo en el que las democracias hubieran luchado por sobrevivir bajo una propaganda constante, infiltradas por la ideología de Moscú, con millones de personas dentro gustosas de cambiar la democracia por las promesas del paraíso proletario. Menos mal que Dios actuó, sin duda no se quedó inactivo como un mero espectador.
Todo esto hay que tenerlo en cuenta para situaciones tan angustiosas y desesperantes como la de Venezuela y la de Nicaragua.
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