El 25 de noviembre la fundación pontificia publicó el informe “Liberen a sus cautivos”, que describe la difícil situación de los cristianos perseguidos que están secuestrados en todo el mundo. El documento relata el rapto y la detención de cristianos por parte de actores estatales y no estatales.
El informe señala que “el impacto devastador y sin precedentes de COVID-19 en todo el mundo” tuvo “una influencia directa en las tendencias relacionadas a la detención injusta”, especialmente en los países donde la persecución contra cristianos es un problema agudo.
“En todo el mundo, los militantes, tanto los que simpatizan con Daesh [Estado Islámico] como los que tienen una perspectiva muy diferente, incluidos los extremistas de otras tradiciones religiosas, atacan a las minorías religiosas con una regularidad alarmante”, señala.
Según la investigación, “existe la inquietante tendencia de que los actores estatales detengan injustamente a miembros de minorías religiosas”. Además, indica que la detención a cristianos, que implica arresto ilícito y secuestro, es una de las más frecuentes, prevalentes y con más graves formas de persecución, que implican actos de violencia.
Cerca de 309 cristianos son “encarcelados injustamente” cada mes en los 50 países donde se cometen más infracciones y según Open Doors, más de mil fueron secuestrados en 2019. En prisión los cristianos enfrentan juicios simulados, detenciones arbitrarias, tortura y hacinamiento en las cárceles.
Un hecho importante de mencionar es que en los primeros meses del año 2020, cuando la pandemia de COVID-19 se extendió rápidamente por el mundo, los arrestos estatales de cristianos disminuyeron y algunos prisioneros fueron liberados a medida que los países se concentraban en combatir la pandemia.
Sin embargo, en algunos casos la persecución contra cristianos aumentó en severidad a medida que se extendía la pandemia y que algunos países volvían a abrir sus fronteras después de los cierres decretados para evitar la expansión del virus.
La propagación del COVID-19 causó que algunos tribunales cerraran parcial o completamente, lo que retrasaba los juicios de los cristianos que padecían en prisión por cargos basados en la fe.
El informe indica que dado que las iglesias interrumpieron los servicios religiosos presenciales durante los cierres de fronteras y los transmitieron en línea, algunos gobiernos aprovecharon la oportunidad para aumentar la vigilancia de los cristianos. Por ejemplo, según los informes, las imágenes mostraban a la policía de la provincia china de Fujian irrumpiendo en un servicio religioso clandestino en mayo y sacando a los asistentes de la reunión.
Señalaron que los estados y los grupos militantes utilizaron los cierres de fronteras y la ocupación de los gobiernos del mundo en combatir el virus del COVID-19 para realizar más ataques contra los cristianos.
Por ejemplo, en Nigeria, los militantes fulani intensificaron los ataques contra los pueblos habitados por cristianos. En abril de este año hubo una ola de tres días de ataques donde estos radicales raptaron a 13 cristianos en el estado de Kaduna, mataron a otros 13 y causaron que mil personas huyan de sus hogares.
“Este asesinato es más peligroso que el coronavirus. Es incesante. Llamo al gobierno que tenga misericordia y venga en nuestra ayuda”, dijo el jefe de la tribu local Ronku Aka.
En China aumentó la represión del gobierno contra los grupos cristianos clandestinos, mientras que el resto del mundo estaba ocupado en combatir la pandemia del COVID-19.
Según el informe, un documento filtrado del gobierno de Xinhiang llamada “Lista Karakax” que presenta de forma detallada “el internamiento de 311 personas”, “refleja la forma en que el Partido Comunista de China codificó su miedo intrínseco a la religiosidad y a la diferencia étnica en un conjunto sofisticado de criterios para el internamiento”.
Un tercio de los arrestos sin cargos y por razones religiosas de cristianos ocurrieron en China en un período de 12 meses. Desde noviembre de 2018 hasta octubre de 2019, Beijing encarceló o detuvo sin cargos a más de 1.100 cristianos “por motivos religiosos”.
“En setiembre de 2019, cerca de 2 millones de personas, la mayoría musulmana en el estado de Assam, forman parte de un marcado deterioro del trato del gobierno hacia los cristianos, con demoliciones de iglesias, destrucción de cruces y otros símbolos religiosos e interferencia estatal en casi todos los aspectos de la vida de la Iglesia, desde el nombramiento de obispos para iniciativas de bienestar cristiano”, indica.
Una vez que las comunidades comenzaron a reabrirse después de los cierres, algunos gobiernos restablecieron la vigilancia de las comunidades cristianas. Por ejemplo, en Irán, agentes de inteligencia arrestaron a una docena de cristianos en tres ciudades (Karaj, Malayer y la capital, Teherán) en el mes de julio.
En Nigeria, los cristianos enfrentan secuestros generalizados por militantes yihadistas y cada año hay más de 220 cautivos cristianos. También hubo un “aumento” en los secuestros de sacerdotes, niñas y religiosos.
Para el Arzobispo de Abuja, Mons. Ignatius Ayau Kaigama, expresó su preocupación por “el secuestro de los católicos, sacerdotes y hermanas, miedo y trauma psicológico inducido por fanáticos y militantes”, dijo.
En países como Pakistán y Egipto, las mujeres cristianas son secuestradas y sujetas a conversiones y matrimonios forzados. Solo en 2018, se dieron 1.000 casos de matrimonios forzados de mujeres cristianas e hindúes en la provincia de Sindh, Pakistán.
Se sabe que Corea del Norte es uno de los peores perseguidores de cristianos. Allí hay más de 50 mil cristianos encarcelados en campos de trabajos forzados, este grupo representa cerca del 50% del total de detenidos en tales circunstancias.
Según el informe, en Eritrea, a la que algunos llaman la “Corea del Norte de África”, más de 1.000 cristianos están detenidos injustamente, y solo en cuatro meses, de mayo a agosto de 2019, alrededor de 300 cristianos no registrados fueron arrestados.
El informe también destaca casos particulares de cristianos que en los últimos años sufrieron a causa de su fe, como el Obispo James Su Zhimin (China), quien dirigió una carta al gobierno de China abogando por la libertad religiosa y luego fue arrestado durante una procesión en una iglesia. La última vez que se supo del Prelado fue en noviembre de 2003, en un hospital en Baoding escoltado por guardias de seguridad.
Además, recuerda el caso de Asia Bibi, que estuvo encarcelada y se enfrentó a la pena de muerte en Pakistán por cargos de blasfemia, que luego se demostraron que eran falsos, y ahora vive exiliada en Canadá con su familia para estar fuera de peligro. Además, se menciona el caso del patriarca Antonios de Eritrea, que está bajo arresto domiciliario desde 2007.
También, están los casos de Leah Sharibu (Nigeria), niña secuestrada del colegio donde estudiaba a manos de Boko Haram por negarse a renunciar a su fe; y Maira Shahbaz (Pakistán), niña que fue raptada, violada, forzada a renunciar a su fe cristiana y casada a la fuerza con un musulmán, y que si bien fue liberada, ahora se encuentra oculta con su familia tras sufrir un intento de asesinato.
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