Según ha explicado tras conocer la acusación de la víctima y mantener una reunión con ella, el Prelado decidió ir a Roma para "hablar directamente con la Congregación que se ocupa de estos casos y pedir consejo".
"Con el billete comprado y las audiencias pedidas, recibo una carta de la Santa Sede donde se comenta que ha habido esta denuncia y me pide que proceda con el protocolo que corresponde. Inicio entonces un proceso de investigación previa que verifica que el relato de la presunta víctima es verosímil, porque en ese momento todavía no había ningún acto judicial", afirma el Prelado.
Además precisa que "el protocolo del Vaticano establece que si los hechos denunciados son verosímiles se debe imponer sencillamente unas medidas cautelares para proteger a las presuntas y eventuales víctimas. Por eso decido suspender a los tres sacerdotes", asegura.
Según afirma Mons. Martínez el 15 de octubre fue cuando decidió interponer las medidas cautelares: "El día 17 recibo un correo de la víctima pidiéndome que no actuase para no interferir en las investigaciones policiales porque el asunto había sido llevado a los tribunales".
Una semana después el Arzobispo recibió un auto de un juez de Granada, declarando el secreto del sumario y pidiéndole que no actuara para no interferir en la investigación que se está llevando a cabo. "A partir de ese momento no actúo. Naturalmente, hice el informe para la Santa Sede y envié el auto y la providencia del juez", afirma el Prelado.
De esta manera asegura que "en el ámbito civil no he podido actuar en ningún momento porque como la presunta víctima era un adulto, la denuncia solo es aceptable y tramitable si viene de la parte implicada y no de terceros. Eso se lo comuniqué el día 16 de octubre al propio denunciante".
Mons. Martínez también ha subrayado que desde que se reunió por primera vez con la víctima hasta ahora no ha cesado de manifestarle su cercania, su apoyo y la disposición de ayudarle en todo lo que le sea posible.
El Arzobispo de Granada también ha manifestado el "dolor inmenso como pastor y sacerdote" que le producen estos hechos si son verdad: "No quiero que sufra nadie y menos por culpa de un sacerdote. Yo desearía cualquier cosa que pudiera reparar el dolor causado y mostrar la belleza de la vida cristiana que se basa en el respeto mutuo y en un afecto grande por la dignidad de cada persona".
Además afirma que en la carta que recibe de la Santa Sede se le informa que ha habido una denuncia y se le pide que actúe de acuerdo con la disciplina de la Iglesia.
"Para mí es más que suficiente. Hubiera obrado de la misma manera si no hubiera habido esa intervención de la Santa Sede. Yo ya había pedido audiencia en el Vaticano para pedir consejo sobre cómo actuar de manera inmediata porque nunca me había visto en un caso similar previamente. Me pareció una denuncia muy grave antes de recibir la comunicación de la Santa Sede", ha declarado a ABC.
En el relato la víctima menciona a nueve personas, imputa directamente a tres como responsables de abusos y habla de otras que podrían tener conocimiento. "El total de las personas serían nueve sacerdotes y dos seglares, pero no ha habido actuación judicial. En este momento solo está la acusación", subraya.
Además explica que los sacerdotes no están secularizados: "Las medidas cautelares implican una prohibición del ejercicio del ministerio y retirarse de los lugares donde se estaba trabajando. También incluye prohibiciones complementarias como hablar con las presuntas víctimas y sus familiares. Se toman estas medidas porque la principal preocupación es proteger a la víctima aún a riesgo de equivocarse. Ese es el bien supremo".
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