Al meditar en el pasaje del Evangelio que narra el último diálogo entre el Señor y Pedro, Francisco explicó que “el pastor ama, pastorea y se prepara para la cruz, para que lo desnuden: y no mete la nariz en la vida de los otros, no pierde el tiempo en los acordes eclesiásticos. Ama, pastorea y se prepara para no caer en la tentación”.
En su homilía, el Pontífice recordó que la actitud fundamental del discípulo es el amor que configura “la identidad de un obispo, de un sacerdote, de un pastor”.
“Ámame, pastorea y prepárate’. Ámame más que los otros, ámame como puedas, pero ámame. Es lo que el Señor pide a los pastores y también a todos nosotros. ‘Ámame’. El primer paso en el diálogo con el Señor es el amor”, dijo.
El Papa señaló luego que los que abrazan al Señor están destinados al “martirio”, a “llevar la cruz”, a ser conducidos adonde no quieren.
“Prepárate para las pruebas, prepárate a dejar todo para que venga otro y haga cosas distintas. Prepárate para la aniquilación de la vida porque te llevarán a un camino de humillación, tal vez al martirio”.
Francisco resaltó asimismo que “aquellos que cuando tú eras pastor te alababan y hablaban bien de ti ahora hablarán a tus espaldas porque el otro que viene parece más bueno. Prepárate para la cruz cuando te lleven donde no quieras. Ámame, pastorea, prepárate. Esta es la hoja de ruta de un pastor, la brújula”.
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