Planeación Pastoral y Magisterio

Pbro. José Marcos Castellón Pérez

El Magisterio de la Iglesia no solamente ha aceptado, sino que ha pedido y exigido que se planifique la acción pastoral. En este sentido, resultan iluminadoras y proféticas las palabras del Papa Juan XXIII a los obispos latinoamericanos, el 15 de noviembre de 1958, invitándolos a elaborar y ejecutar un plan para responder a los grandes desafíos del tiempo con una clara y objetiva visión de la realidad; la planeación de la pastoral, enseña San Juan XXIII, debe ser realista, perspicaz, racional en la elección de los medios, que lleve a la cohesión y coordinación de fuerzas para que se evite el desgaste entre los agentes y la falta de resultados en la ejecución; el plan pastoral es el resultado de un profundo estudio y refleja la magnanimidad del espíritu que no se deja desarmar por las dificultades, la lentitud de los procesos o la desilución de los errores.
Por su parte el Papa Beato Paulo VI, también dirigiéndose a los obispos latinoamericanos el 25 de noviembre de 1965, en el X aniversario de la fundación del CELAM, decía con lucidez que en la acción pastoral no se puede proceder ciegamente, ni se deben dar palos al aire, cayendo en un empirismo pastoral. La planificación ofrece un medio eficaz y un insentivo al trabajo pastoral, pues exige elecciones y comporta renuncias; el plan pastoral establece las metas, fija criterios y prioriza las necesidades.
San Juan Pablo II exhortaba a los Obispos latinoamericanos en la apertura de la Asamblea General del CELAM en Santo Domingo en 1992, en el V Centenario de la Evangelización de América: «Se trata de trazar ahora, para los próximos años, una nueva estrategia liberadora, un nuevo plan global de evangelización, que tenga en cuenta las nuevas situaciones de los pueblos latinoamericanos y que constituya una respuesta a los retos de la hora presente».
En cuanto al Magisterio Latinoamericano, el Documento de Medellín dedica todo el capítulo 15 a la pastoral de conjunto que exige, por su naturaleza, de la planeación pastoral a fin de que se aterrice en una renovación personal y de estructuras. El Documento de Puebla, en la V parte, desarrolla una teoría de planificación, que titula «Bajo el dinamismo del Espíritu: Opciones pastorales» y propone una metodología participativa. El Documento de Santo Domingo ve como necesario impulsar procesos globales, orgánicos y planificados que permitan la participación, la integración y la misión de la Iglesia. El Documento de Aparecida enriquece el enfoque y la perspectiva que debe tener el plan pastoral, pues este nace de la necesidad de la conversión personal y pastoral, debe incidir en la transformación de la sociedad conforme a la DSI, su finalidad es transmitir el Evangelio de forma positiva y propositiva, se debe insistir en la formación permanente e integral de los agentes, en el uso de los medios masivos de comunicación, en la evangelización de los líderes de opinión pública y tomando en cuenta la hoy mayoritaria cultura urbana.

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