Ayer vi a un hombre hablar con serenidad, como un presidente; y vi a otro hablar sin importarle las consecuencias

 

Trump ya está amortizado, es el pasado. Lo que nos ofrecía a los cristianos nos indujo a muchos a pensar que era el mal menor. Pero, en el día de ayer, ante los ojos de todas las naciones que le contemplaban, vimos a alguien que olvidaba cualquier atisbo de dignidad y que buscaba solo ganar a cualquier precio. Sin importarle si veinte o treinta locos tomaban sus armas e irrumpían en cualquier lugar de recuento por la fuerza para “luchar” por la libertad. Ganar a cualquier precio, aunque miles de personas se enfrenten en las calles a las fuerzas de seguridad. Cuando millares de personas se enfrentan violentamente, eso siempre tiene tristes consecuencias, a veces, secuelas de por vida.

Trump se ha quitado la máscara y hemos visto su peor rostro. Sabe que sus posibilidades son nulas ante un tribunal. Podía apelar a los tribunales sin inflamar a la población. Pero ese nunca ha sido su estilo. Está dispuesto a poner todo el país patas arriba con tal de intentarlo todo, con tal de pasar a la historia como el hombre al que le robaron la presidencia, en vez de como el hombre que perdió el apoyo del Pueblo.

Por supuesto que esta convulsión para el pueblo americano él la continuará hasta el final. Podrá tratar de enredarlo todo con la ayuda de los mejores abogaos, podrá intentar retorcerlo todo, pero, al final, nueve jueces completamente dignos y perfectamente expertos decidirán todo de un modo definitivo y sin posibilidad de apelación.

El final de la historia es ese. Trump solo quiere desaparecer arañando a la nación a la que sirve, arañar hasta el último momento.

En un caso de irresponsabilidad sin precedentes, el presidente Trump llegó a decir que el Ejército sería el que defendería lo que él consideraba que era la verdadera voluntad de los votantes. Pero lo cierto es que el Ejército, en un caso así, obedece a la Constitución. La Constitución está por encima de una magistratura. Ni el Senado ni la Casa de Representantes están por encima de la Constitución. La Ley, no lo que diga una persona en cada momento. El imperio de la Ley como expresión del orden de la razón. Trump no se sabía ni los elementos básicos del ordenamiento de su democracia.

He escuchado a Biden ayer y he escuchado a un presidente. He escuchado a Trump y he escuchado a un hombre de alma violenta que no quiere perder de ninguna manera.

No estoy hablando de política, sino de juicios morales. No estoy hablando de opciones en el arte de gobernar, lo opinable. Sino que hago un juicio acerca del lamentable espectáculo de un orgulloso que está dispuesto a provocar males a su nación antes de que ocurra lo inevitable.

Las reglas del juego se cambian antes de empezar a jugar, y por consenso, no se cambian a mitad de la partida. Ese Tribunal Supremo tan glorioso, en tantos momentos de la historia, va a ser inmisericorde. Trump siempre ha querido moldear la verdad a su gusto. Pero ahora estamos a unos días en que se va chocar con la verdad de cabeza. Un golpe brutal con la verdad.

Me alegro de que haya perdido, no se podía dejar toda una nación (ninguna) en unas manos tan irresponsables.

Hay hombres que resultan pequeños por más que los eleves. Hay hombres que resultan grandes, los pongas donde los pongas.

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